ACERCAMIENTO A AURELIO ARTURO
Por: Eduardo Rosero Pantoja.
Nació
en La Unión, en el departamento de Nariño. Abogado destacado. Publicó sus
primeros poemas en la Crónica Literaria, que dirigía Rafael Maya, en 1931. En
1963, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia. Considerado
unánimemente por la crítica como uno de los mejores poetas colombianos
contemporáneos, su nombre está asociado casi exclusivamente a la selección de
poemas, Morada al Sur, de 1963. Su poesía surge después de la del grupo Los
Nuevos y un poco antes de la de Piedra y Cielo. Evoca en ella la vida de la
infancia, la música secreta de la naturaleza con una sencillez profundamente
elaborada y una especial melodía del lenguaje.
Murió
en Bogotá. Todavía se encuentran personas que sabiendo leer y escribir en
nuestra región suroccidental, aún desconocen quien es Aurelio Arturo, el más
importante poeta de estas latitudes y posiblemente de todo el país, si nos
atenemos a los juicios de los especialistas. Esto es apenas perdonable, si se
tiene en cuenta el bajo nivel de lectura y de cultura general de la gente,
resultado de una educaci6n hecha a la medida de la clase dirigente, para que el
pueblo no acceda al desarrollo cultural que prepararía su mente y su corazón
para los cambios político sociales inaplazables destinados a cambiar
radicalmente el rumbo de la patria. Aurelio Arturo fue un poeta nada común,
persona de carácter retraído, dedicado más que todo a su profesi6n de jurista.
Perdió a su madre siendo apenas un joven de 17 años y desde entonces salió de
su patria chica, La Unión, Nariño para, prácticamente, no volver. Se llevó los
mejores recuerdos de su infancia donde creció con muchas comodidades y en un
ambiente culto ya que sus padres eran educadores con muchas inquietudes espirituales.
En
su casa había buenos libros, permanente lecturas y su madre tocaba el piano.
Todo el esplendor del paisaje, especialmente en los veranos, se ve en los
versos de este poeta nariñense. Su color preferido es el verde, del que se
imagina que es el país, con todos sus matices. Pero no es solo poeta de la
naturaleza, porque también le canta al ser humano, a su madre, su padre, sus
hermanos, a su nodriza negra, a los labriegos del campo, a los constructores de
caminos. No es nada común, mejor todavía, es casi insólito que nuestros poetas
de esas épocas (con la feliz excepción de Luis Vidales) se refieran siquiera a
los hombres humildes del trabajo en el campo, en los ríos, en las carreteras,
en Colombia y en America, como lo hace Arturo.
Lo
más probable es que esa sensibilidad social la adquirió en su misma casa y
después la afinó con el aprendizaje de las ciencias humanas y su roce con
personalidades democráticas de la talla de Otto Morales Benítez y Gilberto
Vieira White. A propósito de este ultimo personaje -líder de la izquierda
colombiana por más de medio siglo- hay que decir que Aurelio Arturo lo estimó
tanto que a su primogénito le dio el nombre de Gilberto en honor de su estimado
amigo. Pero hay que advertir que ni ideológica ni poéticamente Arturo no fue
prosélito de nadie.
Siempre
se mantuvo independiente y así quiso que fueran sus hijos, a quienes educó
dentro del más profundo respeto y nunca los castigó físicamente, según nos
contó recientemente, en La Unión, el mismo Gilberto Aurelio Lucio, destacado
ingeniero electrónico y también poeta, quien guarda los recuerdos mas nítidos
de su querido padre, de quien cuenta, además, que era muy comunicativo en casa
y dentro del grupo de sus cercanos amigos. Pero a pesar del prestigio que el
poeta Arturo cobró en vida, nunca quiso darse a conocer por los medios y
siempre fue renuente a dar entrevistas.
Como
recompensa a todo su trabajo poético y a su gran talento artístico, Aurelio
Arturo se hizo acreedor en 1963 al premio Guillermo Valencia, máxima presea que
se otorga en Colombia a los destacados bardos. Aurelio Arturo fue un destacado
jurista, magistrado de los tribunales de Pasto, Popayán y Bogotá. En esta
última ciudad fue además juez de trabajo y fiscal de un tribunal militar.Por
sus profundos conocimientos del idioma inglés, Aurelio Arturo trabajó como
funcionario diplomático de Colombia en los Estados UnidosDe ese idioma conocía
especialmente los autores clásicos ingleses, algunos poemas de los cuales
tradujo brillantemente al castellano.además otras lenguas como el francés y el
italiano y estudiaba con constancia el latín y el griego.
En
Bogotá fue profesor de inglés de Alvaro Mutis quien lorecuerda con mucha
gratitud y admiración. Para Aurelio Arturo, los modelos poéticos no fueron
colombianos, porque él siempre consideró a la poesía nacional monofónica y de
poco vuelo. Esta actitud -de principios- le permitió crear una poesía nueva y
singular que nada tenía que ver con las tradiciones literarias colombianas. Su
visión nítida de país verde, de naturaleza exuberante, de ríos tormentosos, de
mujeres hermosas, de hombres fuertes y gigantes, lo eximió de imaginarse países
exóticos, con su fauna y flora características.
Pero
no sólo fue describir verbalmente un país sino quererlo entrañablemente tal como
lo muestra y declara en sus versos, doliéndose de la triste suerte de la gente
y del sombrío porvenir que le espera. Arturo fue un poeta civilista, sin
supersticiones, ateo convencido, amigo de la democracia, no de la electorera
sino de la participativa. Su concepción científica del mundo y de la sociedad
le permitía con toda propiedad cantarle al paisaje, a los árboles y a las
hojas, a las florestas, los ríos, las montañas, a la noche campesina, a la
noche citadina, al sol, a la palabra, a la gente más cercana y la que estaba
más allá de su entorno. A diferencia de Horacio y de Pushkin, dos poetas de
prestigio universal que en sendas poesías anunciaron que con su obra se habían
erigido un monumento para la eternidad, Aurelio Arturo, con la modestia que siempre
lo caracterizó, se contentó con decir que había dado canciones al viento, al
viento de su verde país.
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