“HABLAR EN EL VACÍO”

Por: Eduardo Rosero Pantoja
“Se puede significar pero sin decir nada” (Gottlob Frege)

Este epígrafe lo podemos explicar con otras palabras, usando la intención de Frege, el gran lógico y filósofo de la lengua: se puede decir algo con sentido, pero sin denotación. Dicho en otras palabras: es posible construir oraciones sintácticamente correctas, pero semánticamente anómalas, esto es simplemente apoyadas en su justeza gramatical. Algo parecido al lenguaje cantinflesco, independientemente del humor que esas oraciones puedan generar por lo irracionales. Quien lo creyera, pero es el caso típico de las religiones que basan su discurso en la corrección gramatical y estilística del lenguaje, pero que lo hacen a partir de premisas falsas, sin el valor veritativo de la oración, sin apoyarnos en la realidad ya que “sólo podemos asignarle valor de verdad a todo aquello que corresponda a la realidad”. La poesía también es creación semánticamente anómala, a pesar de ser bella y profunda, capaz de encarnar -en ocasiones excepcionales- más verdades que la misma ciencia. Pero no deja de ser eso: construcción gramaticalmente correcta, (cuando el poeta no viola adrede la gramática), pero semánticamente anómala.

En ese recurso se apoyan las religiones para hacer su constructo. La principal mentira de las religiones: la supuesta existencia de Dios, de ángeles, arcángeles y una serie de seres fantásticos, de género masculino. (Se salva de esto último la virgen María, pero desprovista de connotación sexual). Toda una mitología pero considerada por los teólogos como un quehacer por fuera de la mitología, a pesar de que se encuentra en el imperio de la irrealidad, de la subjetividad, aunque ellos le consideran ciencia. Pero ni qué decir tiene que nosotros guardamos una cuasi veneración por la mitología, principiando por la de los aborígenes de América y de todo el mundo. La mitología opera con la realidad subjetiva, como la existencia del Diablo, que es el caso análogo de la existencia de Dios. Invenciones humanas creadas en época inmemorables (en versiones politeístas y monoteístas), las mismas que han utilizado los jerarcas de las iglesias para amedrentar a los pueblos y dominarlos con fines interesados, como es vivir parasitariamente de ellos, solas o apoyadas en Estados clasistas que necesitan de su constante apoyo para sojuzgar a las masas: “El poder viene de Dios”.

Ejemplo de ese lenguaje, que dice mucho sin decir nada, puede ser el siguiente:
LA COSA
Nadie duda de que la cosa existe desde siempre. Esa es la cosa, pero cuando de la cosa se saca la cosa, empieza a no funcionar la cosa. Y no hay otra cosa, que sea la misma cosa, aun si esa cosa está cerca de esa cosa. Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, sin ser la misma cosa. Cosa de cosas adyacentes que no son la misma cosa, porque si fueran, sería contradictoria la cosa. La cosa se siente cosa, como una cosa en sí, pero sabiendo que hay otra cosa al lado, entonces esa cosa empieza a dudar de sí misma y dice: yo siento que soy una cosa, pero a veces dudo de que sea una cosa como las otras cosas, porque con frecuencia siento que la cosa de al lado es más cosa que yo, pero algunas veces veo que soy más cosa que ella y que las otras cosas. Y así entre ser cosa y dudar de que soy cosa, igual o más que otras cosas (a veces menos que esas otras cosas), veo que las demás cosas existen sin necesidad de otras cosas y así me paso la existencia sin saber si soy una cosa igual a otras cosas, que no saben de tal cosa de cosas y esto es desde siempre, casi sin saberlo, que son la misma cosa. Cosas de las cosas que dicen la misma cosa en este mundo de cosas. Siempre es así la cosa, etc.

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