PALABRAS EN HOMENAJE AL DOCTOR OTTO MORALES BENÍTEZ

PRONUNCIADAS EN EL INSTITUTO CULTURAL LEÓN TOLSTOI-BOGOTÁ
Por: Eduardo Rosero Pantoja

PRESENTACIÓN

Este es un sentido homenaje que el Instituto Cultural León Tolstoi rinde a este prohombre de la Patria, el humanista aquí presente, el doctor Otto Morales Benítez, académico, investigador por excelencia, escritor, estadista, abogado, catedrático, conferencista, gran conversador y todos los atributos, ejecutorias y dones de ser humano incomparable, compatriota y amigo nuestro, a quien tanto admiramos. Nuestro Instituto, con especial dedicación, ha preparado este acto de reconocimiento a méritos, porque es su vocación y tradición, relevar el aporte de las principales personalidades colombianas y rusas al desarrollo de la cultura y el acercamiento de los pueblos, por los caminos de la paz y la comprensión mutua, en aras de la armonía universal, tan esquiva, pero posible, si se cultivan las ideas de la tolerancia, el diálogo y el entendimiento.

Cualidades que el doctor Otto Morales Benítez posee en altísimo grado y que nos las enseña en sus obras, en sus intervenciones y con su ejemplo diario. Nos acercamos al agasajado, en este acto solemne, con todo cariño, pero a la vez con respeto y reverencia, para decirle que nos tomamos la vocería de toda la Colombia progresista, de la Colombia democrática y también de la Colombia dolida, para agradecerle por lo mucho que usted ha escrito y dicho, durante toda su vida, para hacernos entender en qué país vivimos, cuál es su historia, sus más íntimas tendencias, su imaginario, sus aspiraciones como pueblo mestizo, su folclor, para mostrarnos sus Diablos buenos (los del Carnaval de Riosucio) y sus diablos malos -propios e importados- como el neoliberalismo y sus seguidores criollos.

Siéntase doctor Otto Morales, como en su propia casa, donde todos lo queremos y nos hemos prometido leerlo, cada día más, para conocerlo y en esas lecturas descubrir a nuestra nación en toda su complejidad para poderla encaminar hacia un mejor destino, sin tener que cometer tantos errores como los que hemos cometido, a fuerza del desconocimiento y de la imperdonable ignorancia.

COMENTARIO FAMILIAR

En mi familia, radicada en Popayán, hay especial cariño y afición por el doctor Otto Morales Benítez. Todos lo leen y lo nombran. Yo diría que hay una ottoadicción, de la buena. Especialmente valoran su libro “Carta a mis nietos”, obra que han tomado mis hijos como si estuviera especialmente dedicada a ellos, porque les descubre y les explica, en forma lúcida, qué es el neoliberalismo y cuáles son las consecuencias nefastas de su adopción por parte de varios Estados, debido a que los enajena en sus más hondas raíces económicas, políticas y culturales, comprometiendo el presente, el futuro, la misma soberanía y hasta el derecho a la existencia. Les hace la vida ruin e indigna.

Como mis tres hijos no pudieron venir de Popayán, en razón de que estudian en la Universidad del Cauca, me permito doctor Otto transmitirle el saludo cordial que ellos le envían y le desean mucha salud y felicidad. Puedo contarle una anécdota familiar. Nunca conseguí en mi casa que mis hijos se refirieran a usted como “doctor Otto Morales Benítez”, por más que les rogué. Y así se quedaron diciendo: “don Ottico”. Cuando vienen a Bogotá siempre dicen: “vamos a ver a don Ottico a Colpatria” Nunca me dicen vamos a Monserrate o a otro lugar. Lo más importante para ellos es escucharlo, hacerle algunas preguntas, oírlo reírse, tomarle unas fotos, compartir con usted. Usted, doctor Otto, para mis hijos es más importante que encontrarse con otros jóvenes como ellos y eso me llena de profunda satisfacción.

Además, doctor Otto Morales y con motivo de este acto en su honor, nuestros amigos comunes oriundos de Popayán, o residentes en esa ciudad, le envían un saludo y un abrazo fraternal. Ellos lo recuerdan con cariño y son los escritores y docentes: Carlos Bastidas Padilla, Guido Enríquez y Eduardo Gómez, lo mismo que el joven abogado Ramsés Santamaría, su amigo y lector entrañable.

EL DOCTOR OTTO SIEMPRE PRESENTE EN POPAYÁN

De la misma manera como el doctor Otto Morales Benítez recuerda a Popayán, entrañablemente, esta ciudad también lo recuerda con acendrado afecto. Allá se formó en su juventud y de allá salió también joven a terminar sus estudios universitarios en Medellín. Por sus convicciones democráticas, el joven Otto no pudo continuar sus estudios en Popayán porque apenas hubo aparecido Hitler en la palestra mundial, como líder de las ideas ultraconservadoras -las más estrafalarias e inhumanas- el joven Otto Morales Benítez organizó y encabezó la primera manifestación anti-fascista de Colombia (por lo visto), ganándose la animadversión del rector del Liceo de la Universidad del Cauca, el señor Rudolf Hartmann, un alemán de ideas nazis. Así las cosas, no le quedó otra cosa al joven Otto, que recoger sus bártulos y marcharse a la capital antioqueña para continuar sus estudios de jurisprudencia.

Todo esto lo hacía un estudiante de 15 años que protestaba contra una política y doctrina misantrópicas, absolutamente anti-democráticas. Que sería lo mismo que haría el doctor Otto si hubiese tenido que vivir, como joven, en estos tiempos difíciles, donde únicamente la lucha consciente y generalizada puede salvar no sólo a nuestra nacionalidad, sino a todo el mundo, para enfrentar al enemigo común: el neoliberalismo que es un fascismo disfrazado de piel de oveja, pero que cada vez más muestra sus garras: cuando invade países con la más terrible tecnología, esclaviza pueblos, roba sus recursos, hace autoatentados y se convierte en el gendarme y déspota del mundo.

El doctor Otto Morales Benítez ama a Popayán por todo lo que ella le dio: la enseñanza de sus buenos profesores, la belleza de sus paisajes, la amable comunicación de su gente, integrada por una trietnia admirable. Por eso, el doctor Otto, más tarde la recompensó con el hermoso título de “Popayán, la culta”, que él mismo repite en todas sus referencias a esa ciudad.

EL DOCTOR OTTO MORALES BENÍTEZ, EN EL CENTRO DE POPAYÁN

Son relativamente frecuentes las visitas del doctor Otto Morales Benítez a Popayán, las cuales se dan, en promedio, cada dos o tres años. Su presencia es allá motivo de júbilo general. Casi siempre va la Universidad a actos académicos, donde su éxito con la audiencia es total. Es su Alma Máter. Pero lo más impresionante es ver cómo la gente lo recuerda y se para en la calle a saludarlo. Tiene amigos por montones, de todas las edades. Los recuerda ¡oh prodigio de memoria!, por sus nombres propios. Es como si conviviera con esas personas. Claro, eso se explica por la permanente correspondencia que el doctor Otto Mantiene con la gente. Además, tiene la generosidad de mandarles sus más recientes libros. Sus cartas son minuciosas y las respuestas a ellas tienen que ser igualmente circunstanciadas y, como dicen ahora, puntuales.

Como anécdota recuerdo que en una oportunidad (hace poquísimos años) salimos -con el doctor Otto- desde el hotel Monasterio -donde él suele alojarse- a tomarnos un café en un establecimiento recién inaugurado. No fue más que sentarnos en una mesa los dos, e inmediatamente fueron apareciendo los amigos y conocidos. Éstos, con cierta incredulidad, al principio, preguntaban: ¿No es el doctor Otto Morales Benítez? Claro, inmediatamente se sentaron y fueron juntando mesas: una, dos, cuatro, ocho, para participar de la tertulia, encabezada por el doctor Otto Morales Benítez, para tomar café y también para escuchar la guitarra y la voz de este servidor.

Así transcurrió la mañana, para luego salir toda una cola de gente, alrededor y detrás del doctor Otto Morales Benítez, como en manifestación que paraliza el tránsito. Así es el fervor que despierta nuestro homenajeado no sólo en Popayán, sino también en Pasto (me consta), en Armenia, en Pereira, en Manizales y, por supuesto, en Riosucio, su tierra, la Tierra del Diablo, del Diablo bueno. Muchas gracias.

Comentarios

Entradas populares