“EL DEMONIO” DE LÉRMONTOV Y EL “POEMA RELIGIOSO” DENTRO DE LA LITERATURA RUSA DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

Por: Vladímir Koróvin
Traducción: Eduardo Rosero Pantoja

“El espíritu infernal surgió del abismo…”: “El Demonio” de Lérmontov y el género de “poema religioso”.

“Tuvimos el Belzebú italiano, el Lucifer inglés, el Mefistófeles alemán, ahora aparece el Demonio ruso… sólo que no puedo entender: ¿quién creó a quién?: ¿Lérmontov creó el espíritu del mal o el espíritu del mal creo a Lérmontov? (Palabras del gran príncipe Mijáil Pávlovich).

“Poema religioso” es un término convencional y en la tradición rusa esta poco difundido. Este poema se basa en un argumento bíblico, en la tradición eclesiástica y en una leyenda popular poética cristiana. En principio, es sencillamente una versión poética de algún relato de la Biblia. En el género épico, el poema religioso es el análogo de la “oda espiritual” de la lírica. En la Rusia del siglo XVIII, a la paráfrasis de los salmos les llamaban “odas espirituales”. Son muy conocidas las imágenes europeas del “Paraíso perdido” de Milton o la “Mesíada” de Klopstok (la historia del arrepentimiento del ángel Abaddón de la “Mesíada”, que fue vertida a la poesía rusa por V. A. Zhukovski).

La influencia de ella sobre Lérmontov ha sido estudiada. El contexto europeo mas cercano de “El Demonio” de Lérmontov, son los poemas románticos vinculados a esta tradición y enfilados en forma polémica contra ella (“El Caín” de Byron o “Eloa” de A. de Vigny). En el contexto ruso “El Demonio” lo mismo que otros poemas de Lérmontov, por lo general se analizan en medio de otras obras románticas denominadas “byronianas” y son los poemas de Púshkin (“El prisionero del Cáucaso” y “Los gitanos”), los poemas de Evguenni Baratinski (“Eda” y “El baile”), el poema de Iván Kozlov (“El cura”) y otros.

Las mejores descripciones de la poética del “poema byroniano” hay que mirarlas en las obras de Zhirmunski y de Y. V. Mann. “El Demonio” en esta lista se destaca por desnudar la esencia religioso-filosófica del conflicto, la generalización del símbolo. Los poemas religiosos rusos son poco conocidos y casi no se han estudiado. El mayor logro de este género son los poemas religiosos “El judío errante” (Agasfer, 1852) de Zhukovski, y los de F. Glinka “Job”,1859 y “La gota misteriosa”, 1861. Estas obras aparecieron después de la muerte de Lérmontov, aunque sus autores fueron contemporáneos mayores, incluso de Púshkin. Eran Zhukovski y Glinka los poetas más creyentes del tiempo de Púshkin, quienes juzgaron los motivos de enfrentamiento a Dios en los poemas románticos.

En los versos de F. Glinka hay situaciones tipológicas parecidas a las de “El Demonio” de Lérmontov, pero representadas de otra manera. Y así, en el poema “La gota misteriosa” (que es una versión libre de la leyenda del Evangelio acerca de la vida del “buen ladrón”, al cual la Santa Virgen María lo alimenta con su pecho durante la huida de la Sagrada Familia hacia Egipto). En el capitulo “La tentación en el desierto”, el espíritu del mal, que llegó a tentar a Cristo, no está mostrado terrible y magnificente, sino como un ser repugnante y “repelente”. Y lo repelente es otro ser.

Alrededor de Él se movía,
en forma inquietante,
la cabeza calva del monstruo,
que tenía el reflejo opaco del cobre;
temblaban las enormes alas negras
encima del espinazo del jorobado,
como emanaciones de sórdidas ciénagas…
y dibujaba en sus labios la sonrisa,
al tiempo que con un murmullo amable decía…

En la conversación de El Diablo con el hijo de Dios, las inoportunas palabras “sonrisa” y “murmullo amable” nos recuerdan la cariñosa actitud de El Demonio hacia Tamara. El escritor F. Glinka recuerda a “El Demonio” y trata de quitarle -al espíritu del mal- aquel encanto seductor que tiene en Lérmontov. En “El Demonio” de Lérmontov, se refleja la escena final de F. Glinka, cuando El Diablo avergonzado se retira de Cristo:

El tentador hacía crujir los dientes
y huía lejos del sol de la verdad,
como de la luz huye la noche en la mañana…
dos rayos -dos espadas afiladas-
destellaban de sus ojos enojados
y las colinas retumbaban
bajo las patas peludas
y elevándose de la tierra hacia el cielo
hacia explotar toda la masa del aire !!!
y las regiones más altas del mundo
se obscurecieron como una sombra,
se enrojecieron como un cometa;
una colmena de ángeles del camino corrió,
y las estrellas, en sus ejes se partieron
cuando Él las amenazó con su vuelo,
temblaban, salvando su pureza,
porque cerca volaba el impuro!

Los últimos versos se mantienen dentro del estilo lermontoviano que aquí se ha desacreditado con la palabra “el impuro”, (nombre dialectal del ángel de las tinieblas). Entre otros autores rusos, de poemas religiosos, debemos citar a Wilhem Kukhelbeker, compañero de Liceo de Púshkin (por sus obras “Zorobabel”, “David” y “Agasver”), lo mismo que a Vladímir Sokolovski, amigo de Hertzen (en “La creación del mundo” y “Elvira”). Entre los autores del tiempo anterior a Púshkin están M. Kheráskov (en “Vladímir resucitado” y “El Universo, un mundo espiritual”), lo mismo que Semión Bobróv (en “Noche antigua del Universo”) y Sergui Shikhmátov (en “Jesús en el Antiguo y Nuevo Testamento o La noche cerca de Cristo”).
“El Demonio” de Lérmontov se puede ubicar en la serie de los poemas religiosos, antes que todo, gracias a las asociaciones bíblicas. La prehistoria del héroe (del ángel caído) en el poema, concuerda con la doctrina cristiana y el texto de la biblia. Para algunas definiciones poéticas de “El Demonio” se encuentran correspondencias bíblicas (por ejemplo: “El primogénito de la creación”; comparar con: “Cómo caíste del cielo ¡oh lucero!, hijo de la mañana”, -Isaías 14-12- ). El primer argumento paralelo es “El libro de Tobías” donde se cuenta del demonio Asmodeo, quien amó a Sara, hija de Ragüel y mató a sus novios. El subtítulo del “Relato oriental”, también debe remitirnos a asociaciones bíblicas.
En uno de los borradores tempranos de “El Demonio” (de Lérmontov), la acción ocurre durante el cautiverio de Babilonia de los hebreos (en el Libro de Tobías en Asiria). La palabra “relato” significa que frente a nosotros no tenemos una invención del poeta sino el recuento de una leyenda. En la lengua de aquella época la palabra “relato”, a diferencia de “poema”, es la relación de algún “acontecimiento verdadero” (por ejemplo, el relato: “El prisionero de Cáucaso”, “Relato de San Petersburgo”, “El jinete de bronce”, “El relato finlandés” o “Eda” de Baratinski y otros). La primera frase de “El jinete de bronce” de Púshkin es: “El suceso descrito en este relato, se basa en la verdad”.
A primera vista, “El Demonio” (de Lérmontov) es la expresión de los pensamientos y sentimientos del autor, su alter ego. El argumento del poema, el espíritu maligno busca renacer en el amor y en lugar de esto, destruye a su amada. Recurso que no es exclusivo de Lérmontov. Arbenin mata a Nina (en “Mascarada”), Pechórin a Bela (en “Un héroe de nuestro tiempo”). Se puede ver en “El Demonio” una objetivación más del héroe lírico de Lérmontov, del “hombre lermontoviano” (término de D. E. Maksímov), tal como se hace por lo regular. De otro lado, “El Demonio” es precisamente El Diablo, que lucha contra Dios por el alma de Tamara (en griego “Diablo” significa “adversario”). Su declaración de amor a ella, es un arma de seducción, de engaño. Tamara no es su meta, es un objeto más, con el cuál mide sus fuerzas con Dios. “¡Y es como si ganara El Demonio!”. Tamara acepta su ósculo (su beso) y perece. “¡Ha ganado el espíritu maligno!” Frente al ángel que lleva en las manos su alma, El Demonio no es una víctima, (así él se le presente a Tamara), sino el espíritu infernal que exige su botín conquistado: “¡Ella es mía!”.

Cruzando el camino libre

surgió de los abismos el espíritu maligno…

pero, ¡Dios! ¿Quién lo hubiera conocido?
con qué maligna mirada nos veía,
cómo estaba pleno de veneno mortal,
de enemistad que no conoce fin,
y soplaba un frío de tumba
de su faz inmóvil.

El ángel le responde a sus pretensiones “la hora del juicio ha llegado y que se haga la voluntad de Dios” y Tamara se ha salvado, no obstante haber cedido al Demonio (como el Fausto de Goethe se salva a presar del triunfo inicial de Mefistófeles). El Diablo de nuevo es humillado y avergonzado. De tal manera “El Demonio” (de Lérmontov), permite una lectura ortodoxa, que excluye cualquier compasión por el espíritu maligno. Su potencia poética y de convicción de su discurso, lo que hace es justificar a Tamara que se ha entregado a él.
Aquí hay otro paralelo bíblico y es el “Libro de Job”. La crueldad y la injusticia de los sufrimientos padecidos por Job, justifican su rebelión y reproche contra Dios, el cual acepta su relativa verdad, pero le muestra a Job que el ser humano no es capaz de abarcar con su razón los designios del Creador. El atractivo seductor y la grandeza del Demonio lermontoviano, son parientes del poderoso y terrible Leviatán, sobre el cuál Dios le habla a Job (según diversas interpretaciones, el Leviatán precisamente está representado por el Diablo).
Con motivo de esto se debe aceptar que es muy profunda la observación de D. Merezhkovski: Entre los “jueces de Lérmontov” estuvo Gógol, quien escribió sobre él: “Aceptando sobre sí el poder de tan terrible demonio, el poeta intentó, más de una vez, representar su imagen, como si deseara con sus versos distanciarse de él. Esta imagen no está expresada en forma determinada, incluso no recibió tal poder arrollador sobre el ser humano que le quiso dar. Se ve que creció no de su propia fuerza, sino del cansancio y la pereza del hombre de luchar contra él. En su poesía inconclusa denominada: “Cuento para niños”, esta imagen tiene más definición y más sentido. Puede ser que al terminar este relato, que es su mejor poema, se separe él del mismo espíritu y simultáneamente de su estado infeliz”.
Gógol da una valoración espiritual a Lérmontov y a su poema, pero esa valoración es compleja, no es univalente y encierra en sí el juicio sobre las perspectivas espirituales no realizadas de la creación del poeta, muerto tan prematuramente. Una cuestión que se planteaban Gógol y otros lectores de “El Demonio”, en forma elemental pero muy concreta, la expresó el gran príncipe Mijáil Pávlovich “No puedo entender quién creó a quién ¿Si Lérmontov creó al espíritu del mal, o el espíritu del mal creó a Lérmontov?
En otras palabras: ¿Qué es el poema “El Demonio”?, ¿Una composición infernal inducida por el espíritu del mal en el cual el poeta agota sus complejos? (es por lo menos un poema romántico con motivos infernales) o ¿“un poema religioso” donde Lérmontov, en forma consiente, habla sobre la ontología del mal, sobre el problema de su presencia en el mundo? Probablemente, lo uno y lo otro. Más me inclino por la segunda respuesta.
*****

Comentarios

  1. Qué interesante artículo. Llegué buscando alguna relación literaria con este cuadro:

    http://navedeasterion.blogspot.com.ar/2014/10/tamara-y-el-demonio-1889-por-konstantin.html

    Un gusto leerte

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares