Acercamiento a Aurelio Arturo



Por: Eduardo Rosero Pantoja


     Todavía se encuentran personas que sabiendo leer y escribir en nuestra región suioccidental. aún desconocen quien es Aurelio Arturo, el más importante poeta de estas laütuíks y posiblemente de todo el país, si nos atenemos a los juicios de los especialistas. Aurelio Arturo fue un poeta nada común, persona de carácter retraído, dedicado más que todo a su profesión de jurista. 

     Perdió a su madre siendo apenas un joven de 17 años y desde entonces salió de su patria chica. La Unión, Nariño para, prácticamente, no volver. Se llevó los mejores recuerdos de su infancia donde creció con muchas comodidades y en un ambiente culto ya que sus padres eran educadores con muchas inquietudes espirituales. 

      En su casa había buenos libros, permanente lecturas y su madre tocaba el piano. Todo el esplendor del paisaje, especialmente en los veranos, se ve en los versos de este poeta nariñense. Su color prefendo es el verde, del que se imagina que es el país, con lodos sus matices. Pero no es sólo poeta de la naturaleza, porque también le canta al ser humano, a su madre, su padre, sus hermanos, a su nodnza negra, a los labriegos del campo, a los constructores de caminos. 

     No es nada común, mejor todavía, es casi insólito que nuestros poetas de esas épocas (con la feliz excepción de Luis Vidales) se refieran siquiera a los hombres humildes del trabajo en el campo, en los ríos, en las carreteras, en Colombia y en América, como lo haceArturo. Lo más probable es que esa sensibilidad social la adquirió en su misma casa y después la afinó con el aprendizaje de las ciencias humanas y su roce con personalidades democráticas de la talla de Otto Morales Benílez y Gilberto Vicira Wtuic. A propósito de este último personaje -líder de la izquierda colombiana por más de medio siglo- hay que decir que Aurelio Arturo lo estimó tanto que a su ¡ximogénito le dio el nombre de Gilberto en hemor de su estimado amigo. 

    Pero hay que advertir que ni ideológica ni poéticamente Arturo no fue prosélito de nadie. Siempre «e mantuvo independiente y así quiso que fueran sus hijos, a quienes educó dentro del más profundo respeto y nunca los castigó físicamente, según nos contó recientemente, en La Umáa, el mismo Gilberto Aurelio Lucio, destacado ingeniero electrónico y también poeta, quien guarda los recuerdos más nítidos de su querido padre, de quien cuenta, además, que era muy comunicativo en casa y dentro del grupo de sus más cercanos amigos. Pero a pesar del prestigio que el poeta Arturo cobró en vida, nunca quiso darse a conocer por los medios y siempre fue renuente a dar entrevistas. Como recompensa a todo su trabajo poético y a su gran talento artístico, Aurelio Arturo se hizo acreedor en 1963 al premio Guillermo Valencia, máxima presea que se otorga en Colombia a los más destacados bardos. 

     Aurelio Arturo fue un destacado jurista, magistrado de los tribunales de Pasto, Popayán y Bogotá. En esta última ciudad fue además Juez de Trabajo y Fiscal de un tribunal militar. Por sus profundos conocimientos del idioma inglés, Aurelio Arturo trabajó como funcionario diplomático de Colombia en los Estados Unidos. De ese idioma conocía especialmente los autores clásicos ingleses, algunos poemas de los cuales tradujo brillantemente al castellano. Conocía además otras lenguas como el francés y el italiano y estudiaba con constancia el latín y el griego. 

    En Bogotá fue profesor de inglés de Álvaro Mutis quien lo recuerda con mucha gratitud y admiración. Para Aurelio Arturo, los modelos poéticos no fueron colombianos, porque él siempre consideró a la poesía nacional monofónica y de poco vuelo. Esta actitud -de principios- le permitió crear una poesía nueva y singular que nada tenía que ver con las tradiciones literarias colombianas. 

    Su visión nítida de país verde, de naturaleza exuberante, de ríos tormentosos, de mujeres hermosas, de hombres fuertes y gigantes, lo eximió de imaginarse países exóticos, con su fauna y flora características. Pero no sólo fue describir verbalmente un país sino quererlo entrañablemente tal como lo muestra y declara en sus versos, doliéndose de la triste suerte de la gente y del sombrío porvenir que le espera. 

    Arturo fue un poeta civilista, sin supersticiones, ateo convencido, amigo de la democracia, no de la electorera sino de la participativa. Su concepción científica del mundo y de la sociedad le permitía con toda propiedad cantarle al paisaje, a los árboles y a las hojas, a las florestas, los líos, las montañas, a la noche campesina, a la noche citadina, al sol, a la palabra, a la gente más cercana y la que estaba más allá de su entorno. A diferencia de Horacio y de Pushkin, dos poetas de prestigio universal que en sendas poesías anunciaron que con su obra se habían erigido un monumento para la eternidad, Aurelio Arturo, con la modestia que siempre lo caracterizó, se contentó con decir que había dado canciones al viento, al viento de su verde país. 

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