TERESA DE CALARCÁ

Por: Eduardo Rosero Pantoja


La casa de Teresa,

de la artesana amiga,

es una casa vieja,

del arte, una mina.


Variadas herramientas,

unas para madera,

otras para la guadua,

y otras para las telas.


De flores, un emporio,

crecen en microclima,

les da el sol a unas pocas,

a otras, sombra encima.


Vive en trescientos metros,

cuadrados, bien repartidos,

en dos grandes niveles

seis cuartos y jardines.


Posee unas pinturas,

que exhibe en la cocina,

el sitio que ha elegido,

para atender visitas.


Ofrece café negro,

colado a la antigua,

de Calarcá es el grano,

de quindiana semilla.


Sus trabajos parecen,

hechura de los ángeles,

no tienen huella humana,

sólo la acción del aire.


Posee manos de oro,

su cerebro es diamante,

inapreciable tesoro,

del artesano de antes.

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