RESUMEN DE MI TESIS DE GRADO
REFLEJO
DE LA FORMACIÓN DE UNA PERSONALIDAD NUEVA EN EL CICLO AUTOBIOGRÁFICO DE MÁXIMO
GORKI ( “LA INFANCIA”, “ENTRE LAS GENTES” Y “MIS UNIVERSIDADES”).
Nota:
Esta tesis fue
sustentada por el suscrito, José Eduardo Rosero Pantoja, el 18 de enero de
1974, en la Facultad de Historia y Filología de la Universidad de la Amistad de
los Pueblos “Patrice Lumumba, ante la Comisión Examinadora Estatal, con la calificación de excelente. La mencionada universidad, a su vez, me otorgó el título
de filólogo, en el grado de magíster en
letras, según el programa de la época, avalado por la Unesco.
ANTECEDENTES
Antes de que
Máximo Gorki (pseudónimo de Alexei Maxímovich Péskkov (1868-1936), publicara su ciclo autobiográfico “La
infancia”, “Entre las gentes” y “Mis universidades”, ya en la Rusia
prerrevolucionaria dos grandes escritores rusos, como fueron Liev N. Tolstoi y
Vladímir G. Korolenko habían contando a sus connacionales -y a toda la
humanidad- cómo habían transcurrido sus vidas, por cierto, de una manera
diferente a la que le tocó al escritor que provenía de una modesta familia y quien se hizo a puro pulso
dentro de una sociedad decadente y adversa al desarrollo normal de los
ciudadanos. Como preludio de este ciclo
gorkiano, podemos citar varias obras, entre otras sus relatos anti-burgueses de
finales del siglo XIX, que se refieren a las constantes y desesperadas
protestas de los desheredados de Rusia, victimas del capitalismo que empezaba a
adueñarse del país.
LA INFANCIA
(1913-1914)
En “La infancia”
Gorki describe su triste vida dentro de la casa de su abuelo materno, Vasili
Kashírin, un hombre cruel que trata de manera despiadada a todo el mundo y, en
particular, al niño Alexéi, quien quedó huérfano, primero de padre, luego de madre, y como si fuera
poco, tuviera que dejar para siempre a
su querida abuela, el ser que lo protegía, permanente, de las vejaciones y
palizas del abuelo despiadado, quien le hacía la vida imposible a todos los de
la casa. Esto sucedía en la ciudad de Nízhni-Nóvgorod, a las orillas del Volga,
dentro del ambiente social más miserable de la clase media inculta, donde se
imponían todos los vicios y no había ninguna virtud.
Dice Alexánder
Róskin, el biógrafo de M. Gorki (citado
por Vladímir Nabókov en “From the Banks of the Volga”): “En medio de un mar de
lodo, se alzaban las casas, pardas, verdes y blancas. Y en cada una de ellas,
lo mismo que en casa de los Kashírin, se reñía y disputaba porque se había
quemado el pastel o se había cortado la leche, en cada una de ellas reinaban
los intereses mezquinos sobre pucheros y cacerolas, samovares y tortas, en cada
una de ellas los moradores celebraban religiosamente los cumpleaños y las
fiestas, atracándose a reventar y bebiendo como cubas”.
“La infancia”,
es una obra maestra de la literatura rusa. Aunque es el relato de la vida
concreta de un niño de un pueblo ruso, de la época zarista, perfectamente se
puede colegir que allí está retratada la vida de la gente menos favorecida por
la fortuna, con toda su carga de limitaciones, sufrimiento e ignorancia en que
vivía sumida. Pero igualmente habla del comportamiento rudo y desalmado de su
entorno, sin que el niño Alexéi esté pintado como víctima. Él se presenta como
un espectador que constata el ambiente de crueldad que lo envuelve todo y conforma un modo de vida que aún persiste
entre los rusos.
Gorki fue
iniciado en su mundo literario por su abuela, quien le contaba interesantes
cosas de la vida y aunque le infundía irracionales temores con sus interminables
oraciones, también le comunicaba su inagotable humor del que disfrutaban
también otras personas. Dicha abuela es una mujer sencilla, de recio carácter,
pero dueña de un enorme optimismo que la hace salir adelante en muchas
situaciones difíciles. Ella es ejemplo de honestidad en medio de un mundo de
corrupción.
ENTRE LAS GENTES
(1915-1916)
Esta etapa de la
vida de M. Gorki empieza cuando le toca, a temprana edad, ganarse el pan de la vida. Se inicia como
mandadero (chico de recados) en una zapatería y sigue en múltiples oficios
como: lavador de platos en un vapor, aprendiz de delineante y de pintor de
iconos, pasante de abogado, reciclador de basuras y panadero, entre otros menesteres.
Aprendiendo múltiples oficios, el niño Aliosha se dio cuenta de que: “Mucha era
la truhanería cruel y la abyecta impudicia que había en mi alrededor,
incomparablemente más que en las calles de Kunávino, abundante en casas de
lenocinio y en mozas de vida alegre. En Kunávino (…) percibíase algo que
explicaba lo inevitable de la truhanería y la obscenidad aquellas: la vida
dura, semihambrienta, el trabajo penoso. Mientras que en casa de mis amos se
vivía con hartura y desahogo, el trabajo era sustituido por un ir y venir, por
un ajetreo incomprensible y vano. Y sobre todo aquello abatíase un tedio
maligno, exasperante”.
De la mano de un cocinero de barco conoció los
libros y le dio por leerlos todos, después de largas jornadas nocturnas,
robándole horas al sueño. El cocinero Smuri lo aleccionaba de continuo: “-Tú
lee. Si no comprendes un libro, léelo siete veces; si a las siete veces no lo
has comprendido, léelo doce…”. Al
principio lo hacía sin tiento, pero más allá se volvió un lector selecto que
prefería la literatura de los clásicos y autores más destacados. Smuri se daba cuenta de que Aliosha tenía
enormes facultades para el estudio y de que al vivir en el barco se estaba
desperdiciando su talento: “-¡Ah, qué preciso sería que estudiaras! Este no es
sitio para ti”. El mismo Aliosha era consciente de eso.
MIS
UNIVERSIDADES (1923)
Lo de
“universidades” es en Máximo Gorki, más que una metáfora, una terrible ironía.
En vano fue en busca de educación a Kazán, a su famosa universidad, donde se
habían educado personalidades rusas de fama mundial como Nikolai Lobachevski, Dmitri Mendeléiev, Konstantín
Tsiolkovski, Liev Tolstoi, Boudouin de
Courtenay y Vladímir Uliánov (Lenin), destacados en el ámbito de la ciencia,
las letras y la política. La idea de estudiar en la universidad se la infundió
el estudiante Yevréinov, “un joven bueno y guapo, de ojos tiernos como de
mujer” quien le decía a Gorki que: “tenía capacidades excepcionales para la
ciencia”. En uno de sus escritos Gorki explica que “se refiere no aquella universidad, en la cual dictan
conferencias, sino aquella donde están construidas cámaras solitarias con rejas
en las ventanas”. Agregando: “Ésta será
más limpia”. Acababa de pronunciar el
título de su nuevo libro.
Sus
“universidades” transcurrieron en Kazán y en múltiples viajes por el río Volga
donde conoció a gente de buena y mala condición. Sus lecturas lo salvaron de la
vagabundería improductiva y lo llevaron, muy pronto, a plantearse los graves
problemas de la sociedad rusa, cuya solución dependía de la firme voluntad de
cambiarla, no en forma individual, sino colectivamente. Y para eso era
necesaria la comunicación con la gente para poderle hacer cambiar su
pensamiento obtuso, lleno de supersticiones religiosas y de negro pesimismo. El
contacto, primero, con los “bosiakís” (vagabundos) llevó al joven Aliosha a muchas reflexiones
sobre la triste vida del pueblo y la verdadera sin salida en que se encontraba.
Pero el roce con gente de pensamiento avanzado lo llevó a enrolarse con círculos
revolucionarios que cuestionaban toda la situación social y política de
Rusia y estaban convencidos de que, tarde o temprano, podían tomarse el poder,
a fuerza de cambiar la manera de pensar de los ciudadanos a través de la lectura y el
proselitismo.
En esta parte
del ciclo autobiográfico, Gorki tiene la misma vena realista que en las
anteriores, a partir de impresionantes
experiencias vitales descritas con la mayor maestría. La “universidad” de Gorki
estaba por fuera de los muros y columnas del famoso establecimiento ya nombrado.
“Su dormitorio era el sucio puerto de Kazán; sus instructores, viejos rudos,
con la sabiduría popular de quienes no saben ni leer ni escribir; su aula de
clases, la casucha del panadero y porquero, inundada por la harina de la tahona
y el gruñido de los cerdos”.
A MANERA DE
CONCLUSIÓN.
La trilogía
autobiográfica de Máximo Gorki está considerada como lo más perfecto y sesudo
que el autor ruso escribió. Sus páginas dan una imagen real de la Rusia de
finales del siglo XIX y esbozan, de una manera clara, el ambiente de un país
tumultuoso y al borde de una gran conmoción. Las tres partes de la obra están
llenas de detalles y de actuaciones que nos aproximan a la formación del
carácter del autor, basado no en el individualismo burgués, sino en el espíritu
colectivo que iba a imponerse en la sociedad rusa de años ulteriores. Con su
trilogía y, en general, con su obra Gorki hace un gran aporte literario a su
patria, Rusia, y al mundo. Su obra es extensa y variada y en ella encontramos
el retrato de las diversas clases sociales que coexistían por esos tiempos.
Pero destaca, sobre todo, la descripción del diario transcurrir de los sectores
más sufridos de la sociedad y su simpatía inocultable por la gente sencilla.
Sus lecturas
abundantes y escogidas, lo mismo que su permanente contacto con el pueblo
humilde, lo llevaron desde temprano a reflexionar sobre los problemas más
acuciantes de la sociedad y a contactar
con los círculos revolucionarios de Rusia,
con los cuales aprendió mucho de
la teoría y práctica política, destinadas a la toma del poder por parte del
proletariado ruso. La trilogía no retrata tanto la lucha interior de Gorki,
como sí las fuerzas exteriores que moldearon su conciencia acorde con su
aforismo de “El hombre nace para que un día surja un hombre mejor”.
(Por: José
Eduardo Rosero Pantoja).
Comentarios
Publicar un comentario