FASCISMO CORRIENTE
Por: Eduardo Rosero Pantoja
“Ha llegado la hora de los hornos y no se ha de ver más que luz” (José Martí)
Lo que vimos y oímos por los medios, acerca de los acontecimientos, posteriores a la dimisión de Evo Morales, en Bolivia, no puede sino denominarse, “fascismo corriente”, de la derecha de ese país. La misma que, quema casas, destruye sedes políticas, escarmienta y mata. Después, una senadora, envalentonada e irresponsable, se autoproclama presidenta, sin cumplir ni siquiera con la formalidad de las transiciones, mientras se convocan nuevas elecciones, burlándose de las Constitución de 2008. Las turbas agitadas, por esos extremistas, amedrentan a la población indígena y queman su símbolo nacional, la Wiphala, en acto, sin precedentes, de racismo y alevosía. Ese fascismo (o mejor, nazi-fascismo), no es extraído de ninguna película. Es la misma receta que se ha aplicado en América Latina: tierra arrasada en Colombia (1964), golpe de Estado en Chile (1973), invasión a Granada (1983), intervención de los contras en Nicaragua (1979), las continuas provocaciones contra Venezuela y una interminable lista, de infamias, cometidas contra todos los países de América Latina, sin excepción, dirigidas desde los Estados Unidos e instrumentadas, por las burguesías locales (los dueños del poder económico y político).
Por la reacción de los indígenas, de diversas etnias, concentrados en El Alto, podemos colegir, que la rabia de los nativos, contra los desmanes de los derechistas, es poco menos que incontenible. Están ardidos, por todas las vejaciones, que han recibido y no ocultan la onda pena, de no tener ya a su líder, Evo Morales, al frente de la situación. La única arma que lucen y que están dispuestos a blandir, es su vara de mando. Pero sería una ingenuidad que, con ella, vayan a poder enfrentarse a los fusiles, tanquetas y aviones de las fuerzas armadas, confabuladas, contra el pueblo. No entendemos, cómo en los catorce años de gobierno popular, su presidente, no pudo preparar un ejército propio, para que defendiera los procesos, que él lideró, sincera y honradamente, en favor de su pueblo, uno de los más necesitados de desarrollo, en todo el mundo.
El mismo Evo, es hijo de la pobreza y de la lucha por sobrevivir, en medio de tanta injusticia generalizada. No pudo, ni siquiera, terminar la escuela primaria. Allí salta a la vista, el mérito de este dirigente, que superó las desigualdades, con la autoformación, de cara a la salvación material y cultural, de su país plurinacional. Los logros de su gobierno, son alabados en todo el mundo, en los campos de la educación, la salud, los servicios a la población y el bienestar general, hasta sacar de la pobreza, a la mayor parte de la gente. Sin ninguna duda, que Evo Morales, ha llegado ha ser, el presidente, que más ha hecho por su nación, en toda la historia de Bolivia. Casi una paradoja, si se tiene en cuenta, que su país cuenta con brillantes académicos que, desde la política, hubieran podido hacer mucho, por el progreso de su país. Pero la suerte quiso que, este indígena Aymara, surgiera como la redención de todos los bolivianos, pensada Bolivia, como un Estado para todos, con una economía plural, destinada a fomentar el desarrollo armónico, de todas las fuerzas productivas.
Creemos, que los bolivianos saldrán adelante, de esta prueba que les puso la historia. No nos cabe duda de que, los indígenas, utilizarán, como siempre, su inteligencia, para dar los pasos más decididos, tendentes a mantenerse, como clase, en el poder y evitando, a toda costa el derramamiento de más sangre. Pero, que la derecha no se equivoque: en estas horas de “efervescencia y calor” y dada la experiencia política y administrativa, muchos indígenas, están dispuestos a dar su vida, por recobrar el poder, que les han arrebatado, arteramente de sus manos. No tienen nada que perder, eso trasciende, en las entrevistas que han dado a la prensa. La salvación de un país (territorio con enormes recursos, que defender, de la voracidad de las transnacionales) y de una nación (plurinacional y multiétnica, compuesta por indígenas y mestizos), amerita cualquier esfuerzo y riesgo, para salvar a ésta y posteriores generaciones. La historia no le perdonaría, a la gente patriota de Bolivia, que desaprovecharan esta coyuntura, tal vez, única y feliz, para dar la batalla, en el menor tiempo posible. Muchos países y más de una potencia del mundo, estarían dispuestos a ayudarles, en la continuación de un Estado más equitativo, como el que encabezó Evo Morales, el admirable indígena, por ahora, asilado en el generoso México, patria del ejemplar presidente, Benito Juárez “El Benemérito de las Américas”, otro indígena de grata recordación, para América Latina.
No es de extrañar, que la arremetida derechista de Bolivia, sea aplaudida por parte de los gobiernos profascistas, de Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Colombia, quienes no tardaron, ni un día, en reconocer a la líder, de los que queman casas, sedes e incendian a Bolivia. Las conclusiones sobre los regímenes políticos, que dominan en esos países, no pueden quedar bajo la duda.
“Ha llegado la hora de los hornos y no se ha de ver más que luz” (José Martí)
Lo que vimos y oímos por los medios, acerca de los acontecimientos, posteriores a la dimisión de Evo Morales, en Bolivia, no puede sino denominarse, “fascismo corriente”, de la derecha de ese país. La misma que, quema casas, destruye sedes políticas, escarmienta y mata. Después, una senadora, envalentonada e irresponsable, se autoproclama presidenta, sin cumplir ni siquiera con la formalidad de las transiciones, mientras se convocan nuevas elecciones, burlándose de las Constitución de 2008. Las turbas agitadas, por esos extremistas, amedrentan a la población indígena y queman su símbolo nacional, la Wiphala, en acto, sin precedentes, de racismo y alevosía. Ese fascismo (o mejor, nazi-fascismo), no es extraído de ninguna película. Es la misma receta que se ha aplicado en América Latina: tierra arrasada en Colombia (1964), golpe de Estado en Chile (1973), invasión a Granada (1983), intervención de los contras en Nicaragua (1979), las continuas provocaciones contra Venezuela y una interminable lista, de infamias, cometidas contra todos los países de América Latina, sin excepción, dirigidas desde los Estados Unidos e instrumentadas, por las burguesías locales (los dueños del poder económico y político).
Por la reacción de los indígenas, de diversas etnias, concentrados en El Alto, podemos colegir, que la rabia de los nativos, contra los desmanes de los derechistas, es poco menos que incontenible. Están ardidos, por todas las vejaciones, que han recibido y no ocultan la onda pena, de no tener ya a su líder, Evo Morales, al frente de la situación. La única arma que lucen y que están dispuestos a blandir, es su vara de mando. Pero sería una ingenuidad que, con ella, vayan a poder enfrentarse a los fusiles, tanquetas y aviones de las fuerzas armadas, confabuladas, contra el pueblo. No entendemos, cómo en los catorce años de gobierno popular, su presidente, no pudo preparar un ejército propio, para que defendiera los procesos, que él lideró, sincera y honradamente, en favor de su pueblo, uno de los más necesitados de desarrollo, en todo el mundo.
El mismo Evo, es hijo de la pobreza y de la lucha por sobrevivir, en medio de tanta injusticia generalizada. No pudo, ni siquiera, terminar la escuela primaria. Allí salta a la vista, el mérito de este dirigente, que superó las desigualdades, con la autoformación, de cara a la salvación material y cultural, de su país plurinacional. Los logros de su gobierno, son alabados en todo el mundo, en los campos de la educación, la salud, los servicios a la población y el bienestar general, hasta sacar de la pobreza, a la mayor parte de la gente. Sin ninguna duda, que Evo Morales, ha llegado ha ser, el presidente, que más ha hecho por su nación, en toda la historia de Bolivia. Casi una paradoja, si se tiene en cuenta, que su país cuenta con brillantes académicos que, desde la política, hubieran podido hacer mucho, por el progreso de su país. Pero la suerte quiso que, este indígena Aymara, surgiera como la redención de todos los bolivianos, pensada Bolivia, como un Estado para todos, con una economía plural, destinada a fomentar el desarrollo armónico, de todas las fuerzas productivas.
Creemos, que los bolivianos saldrán adelante, de esta prueba que les puso la historia. No nos cabe duda de que, los indígenas, utilizarán, como siempre, su inteligencia, para dar los pasos más decididos, tendentes a mantenerse, como clase, en el poder y evitando, a toda costa el derramamiento de más sangre. Pero, que la derecha no se equivoque: en estas horas de “efervescencia y calor” y dada la experiencia política y administrativa, muchos indígenas, están dispuestos a dar su vida, por recobrar el poder, que les han arrebatado, arteramente de sus manos. No tienen nada que perder, eso trasciende, en las entrevistas que han dado a la prensa. La salvación de un país (territorio con enormes recursos, que defender, de la voracidad de las transnacionales) y de una nación (plurinacional y multiétnica, compuesta por indígenas y mestizos), amerita cualquier esfuerzo y riesgo, para salvar a ésta y posteriores generaciones. La historia no le perdonaría, a la gente patriota de Bolivia, que desaprovecharan esta coyuntura, tal vez, única y feliz, para dar la batalla, en el menor tiempo posible. Muchos países y más de una potencia del mundo, estarían dispuestos a ayudarles, en la continuación de un Estado más equitativo, como el que encabezó Evo Morales, el admirable indígena, por ahora, asilado en el generoso México, patria del ejemplar presidente, Benito Juárez “El Benemérito de las Américas”, otro indígena de grata recordación, para América Latina.
No es de extrañar, que la arremetida derechista de Bolivia, sea aplaudida por parte de los gobiernos profascistas, de Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Colombia, quienes no tardaron, ni un día, en reconocer a la líder, de los que queman casas, sedes e incendian a Bolivia. Las conclusiones sobre los regímenes políticos, que dominan en esos países, no pueden quedar bajo la duda.
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