BABA-YAGÁ (Versos)
Autor: Eduardo Rosero Pantoja
A mi hija Ariadna, por supuesto
Estaba la Baba-yagá,
en lo alto de su casa,
preparando el almirez,
para volar a Mombasa.
Se aburrió ya de Moscú
y de otras ciudades rusas,
se hartó incluso de Kursk,
donde dio con gente intrusa.
Esta vieja es una bruja,
y es dechado de fealdad,
pero no puede decirse,
que se exceda en su maldad.
Simplemente come niños,
que en la cuadra ella atrapa,
los mata y luego cocina,
en una olla de hojalata.
¡Ah! mujer para temida,
esta dama tan arrogante,
que se come al desayuno,
la nalga de un infante.
Ha servido esta figura,
para educar a los niños
y meterlos en cintura,
sobre todo a los pillos.
Su cara los horroriza
y sus uñas los aterran,
la sueñan en pesadillas,
llevando una motosierra.
Deseamos una visita,
de Baba-Yagá, a Colombia,
para que muestre a los niños,
sus dotes de educadora.
Y que vuele por todo el mundo,
haciendo la profilaxis,
de tratar a los infantes,
con menos teoría y más praxis.
*****
A mi hija Ariadna, por supuesto
Estaba la Baba-yagá,
en lo alto de su casa,
preparando el almirez,
para volar a Mombasa.
Se aburrió ya de Moscú
y de otras ciudades rusas,
se hartó incluso de Kursk,
donde dio con gente intrusa.
Esta vieja es una bruja,
y es dechado de fealdad,
pero no puede decirse,
que se exceda en su maldad.
Simplemente come niños,
que en la cuadra ella atrapa,
los mata y luego cocina,
en una olla de hojalata.
¡Ah! mujer para temida,
esta dama tan arrogante,
que se come al desayuno,
la nalga de un infante.
Ha servido esta figura,
para educar a los niños
y meterlos en cintura,
sobre todo a los pillos.
Su cara los horroriza
y sus uñas los aterran,
la sueñan en pesadillas,
llevando una motosierra.
Deseamos una visita,
de Baba-Yagá, a Colombia,
para que muestre a los niños,
sus dotes de educadora.
Y que vuele por todo el mundo,
haciendo la profilaxis,
de tratar a los infantes,
con menos teoría y más praxis.
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