SOY UN FANTASMA EN MI PROPIO PUEBLO


Por: Eduardo Rosero Pantoja

Posiblemente eso les pase a todos los ciudadanos que hayan cruzado la línea de sesenta años y después de largo tiempos regresen a su patria chica, así ésta sea la capital de la república. Por lo menos eso me pasa a mí que soy oriundo del pueblo andino más antiguo y representativo del suroeste andino y uno de las más fríos de Colombia. Fundado por el cacique Taques -en época precolombina- pero cuyo nombre apenas se vislumbra en el topónimo /túkerres/ y que contiene el nombre de dicho cacique y el sufijo -res, que significa “sede” o sea, la sede del cacique Taques o mejor Takes, para no untarnos del grafismo español “qu”, que se reemplaza en el alfabeto fonético internacional por “k”. Esa etimología me la enseñó mi abuela Teodolinda Bravo Palacios, quier fuera maestra rural en las escuelas de Tekaláker (después Tecalacre) y Esnambud, dos hermosos enclaves de la cultura Pasto, donde perduran varias de sus tradiciones y cuya lengua desapareció a fuerza del embate español.

Por cierto que los indígenas no estuvieron esperando a que los “fundaran” los españoles, ya que vivían, trabajaban y creaban en la sabana, extendida a lo largo de por lo menos 50 kilómetros, la misma que fuera -en otra época- lecho de mar a juzgar por su aspecto completamente plano y por los enormes yacimientos de arena del subsuelo. Se sabe también que en época precolombina los nativos de ese pueblo, dirigidos por el cacique Karatar, detuvieron la invasión inca, que tuvo que desviarse hacia el oriente del actual Departamento de Nariño debido a la enorme resistencia prestada por lo los lugareños. Esto lo atestigua el historiador Riascos Grueso en su libro “Historia guerrera de Colombia”. En todo caso es triste la historia de las refundaciones de poblados indígenas por españoles, a la manera de lo que ocurrió en Bacatá o en Popayán (para citar sólo dos ejemplos), donde la población indígena fue diezmada o arrasada.

A pesar de la sabia enseñanza de mi abuela, sobre la procedencia indígena del nombre de mi pueblo, mi nula formación del bachillerato en cuanto a cultura nativa, no me permitió intuir los sonidos de lengua indígena que hay detrás del vocablo fonético /túkerres/. Pero, por fortuna, de eso me hizo caer en cuenta un amigo chileno que estudiaba historia en la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Moscú. Para él era elemental distinguir los nombres indígenas de su país y de América, en general, de los que no lo eran. Años después supe, con sorpresa, que el pionero de los estudios lingüísticos indigenistas de Colombia era ni más ni menos que mi pariente Sergio Elías Ortiz Shalom, distinguido académico de la historia y la lingüística colombianas, ampliamente conocido en el ámbito científico de aquí y del exterior, por sus libros y ensayos, incluidos varios tomos de la Historia Extensa de Colombia.

Aunque he vuelto a mi pueblo unas pocas veces en el curso de 50 años, puedo decir que cada vez encuentro a menos y menos gente conocida, por varios motivos. Primero, porque muchos se han muerto y por que otros emigraron en busca de mejores oportunidades de vida. Por ejemplo, los jóvenes de mi generación, en buena parte, se fueron para Pasto, Cali, Bogotá y aun se marcharon al exterior para formarse. Sabido es también que después del terremoto de asoló a Túquerres en 1936, buena parte de la gente emigró a otros lugares, empezándose así una tendencia emigratoria que no ha cesado. Esa es la razón para que tuquerreños se encuentren por muchos lugares de la geografía patria y del mundo, dedicados a lo que aprendieron en su terruño: a trabajar y a dejar el buen nombre de su región. Túquerres, tierra acogedora y hospitalaria, siempre recuerda el paso de personajes a quienes albergó -así sea temporalmente- como fueron Simón Bolívar y su caro maestro, el también caraqueño, don Simón Rodríguez, quien en 1848, fundó en Túquerres la Escuela Mixta (de niños y niñas), pero por cuyo atrevimiento pedagógico fue censurado y luego expulsado debido a las intrigas de los religiosos retardatarios.

Son personajes memorables de todos los tuquerreños: el gran poeta Aníbal Micolta, literato de las primeras década del siglo XX y de gran refinamiento literario; el doctor Manuel Benavides Campos, humanista, gramático y filósofo; el doctor Víctor Sánchez Montegro, distinguido poeta, autor de la letra del Himno a Túquerres, junto a don Elías González, autor de la música del mismo; los doctores Luis Eduardo, Luciano y Humberto Mora Osejo, distinguidos botánico, matemático y jurista, respectivamente, de renombre internacional, el primero de ellos presidente de la Academia Colombiana de Ciencias por varios años; el geógrafo Benhur Cerón, autor de importantes trabajos re reconocimiento de nuestro territorio y cultura, Harold Santacruz, oceanógrafo de eficiente desempeño en varias instituciones y universidades colombiana; en fin, varios profesionales, como los ingenieros y abogados Castillo González quienes se han distinguido por su brillante desempeño en la empresa privada y en cargos públicos de Pasto.

Sería interminable la lista de paisanos que han descollado en todas las ramas del saber en los diferentes ámbitos de Colombia y del exterior, pero desafortunadamente no existe en ninguna parte una base de datos que de cuenta de toda la nómina y actividades de esas personas destacadas. Magnífica tarea que podrá comenzar una nueva administración municipal que piense en conservar nuestra historia, basándose en nuestros personajes y sus principales realizaciones humanas. Loable trabajo el que hacen los jóvenes tuquerreños que a través de los medios electrónicos divulgan fotografías de los principales lugares de Túquerres y alrededores. Ellos mismos podrían tomar la iniciativa de ir compilando las biografías de nuestros personajes de la historia o de aquellos que aún viven y le prestan su invaluable servicio a la sociedad.

Por todo lo expuesto duele regresar al pueblito (y lo llamo así porque no tiene ni un solo periódico que cuente los anales de todo lo que allí ocurre y ocurre mucho y todos los días) y no encontrar a gente conocida, con quien se pueda compartir la historia y lo que ocurre en el día presente. Pero con una excepción remarcable: la presencia afortunada y bendita de la matrona Mercedes González Rosero, persona singular que está al tanto de lo que ocurre en su alrededor, además de que vive enterada del quehacer nacional. Otro caso, también excepcional es la presencia profesor Álvaro Fajardo, maestro de la física y verdadero apóstol de esa ciencia. Con ellos se puede tratar todos los temas divinos y humanos, dentro de la mayor sapiencia, benevolencia y la gran cuota de humor que caracteriza a los tuquerreños, personas inteligentes y creadoras.

Por lo dicho y haciendo el balance, creo que sí vale la pena volver al pueblito para dialogar con estos dos personajes y descubrir otros diamantes que posiblemente se encuentren en esta entrañable, hermosa y adorable tierra de la Sabana, la que otrora fuera la sede del cacique Takes, cita a 14 kilómetros de ese fenómeno de belleza y resplandor de Naturaleza como lo es la Laguna Verde (color esmeralda) uno de los cráteres del volcán Chaitán, mal llamado Azufral por los españoles. Si el extranjero explorador o el colombiano inquieto que realmente se interese por extasiarse por unas horas con esa fuente de belleza como lo es la Laguna Verde, que suba cualquier mañana, temprano, con la ayuda de un guía, y lo haga con un grupo pequeño que sea capaz de mantener el silencio para que el paraje no se altere, porque el silencio reina eternamente en esas alturas de páramo. Y claro que hay que ir bien abrigado, con provisión y de algún alimento calorífico, como la panela. Por supuesto, que hay que llevar un fiambre para el almuerzo. No hay que olvidar que para hacerle un favor a Túquerres hay que cuidar de no dejar basura en el volcán ni en su camino de ascenso, con miras a que nuestro municipio tenga turistas que sean verdaderos ecologístas. Y si de turismo puro se trata, no hay mejor consejo que quedarse en el hotel “Inti Ande”, de gran renombre en la región, atendido por su gentil propietario don Jaime Coral.

Comentarios

  1. Que bueno que haya un paisano buscando una verdadera realidad de la historia perdida de nuestro querido túquerres, admirable y que ojala no se pierda nuestra identidad de ser túquerreños do de quiera que estemos, soy sobrino del Poeta Anibal Micolta, he querido recopilar su historia pero nadie me da razon en mi pueblo asi como ud lo afirma no hay con quien conversar sobre la gistoria de nuestri querido Túquerres.pero viva Túquerres carajo

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  2. Gracias por sus comentarios en su escrito, lo felicito mucho

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