ENCUENTRO DE ETNIAS Y REGIONES EN EL TALENTO NACIONAL


Por: Eduardo Rosero Pantoja

Por espacio de diez días tuvo lugar en Corferias de Bogotá la Undécima Feria de las Colonias, una verdadera oportunidad para recorrer Colombia, si se quiere en un solo día, pero que dada la amplitud del evento, bien valdría la pena volver en cada edición futura, en más de una oportunidad. La verdad sea dicha, veo que el nombre elegido de Feria de Colonias no corresponde a todo lo que es en realidad. Podría llamarse perfectamente “Encuentro de etnias y regiones, en el talento” tal como yo lo sugiero en el título de este escrito. Es improbable que le cambien la denominación que ya tiene, pero como filólogo que soy, tengo derecho a permitirme este comentario. Pero de todas maneras es plausible que este encuentro se dé y que tenga tanto éxito entre la población de Bogotá y de Colombia en general Es lo deseable que se mantenga en el tiempo, fortalecido y depurado.

Confieso que es la primera vez que en mi vida siento la patria totalmente representada en sus diferentes etnias y regiones, justamente en el talento. Un talento nacional que abruma, en el sentido afirmativo y nos llena de todo el optimismo para seguir construyendo país desde el trabajo, la solidaridad, la alta autoestima, el amor. La verdad es que acabo de descubrir que nosotros los mestizos, con honradas excepciones, no hemos desarrollado mayor habilidad manual y duras penas sí construimos un avión de papel. Es lo más probable que la escuela no haya desarrollado esos hábitos porque -desde hace más de medio siglo- tienen intelectualizados a los niños para asimilar una tecnología que nunca llega, porque nunca nos la facilitan quienes la tienen.

El derroche de talento de indígenas y de afrodescendientes nos deja perplejos. Utilizan todo los materiales que da la naturaleza, empezando con la madera con la que representan los animales que viven en su selva: así pudimos ver una danta, un armadillo, peces, pájaros, guacamayas, etc, hechas con toda la habilidad que tienen en sus manos, puestas al servicio de su prodigiosa imaginación. Otro tanto se puede decir de nuestros hermanos negros. Todos utilizan con eficiencia el algodón, la paja, la iraca, la cabuya, las corteza, etc. y otros materiales naturales transformados, como el cuero o el vidrio, para hacer innumerables artículos bellos, de uso diario y por un precio accesible al gran público. También usan minerales como el oro, la plata, las esmeraldas y otras piedras preciosas, lo mismo que elementos artificiales. En todos los casos, todos estos artesanos dan a conocer su maestría.

No podían faltar los productos de la selva y el campo, con los que sorprenden por el uso variado que le dan a diferentes semillas y sustancias que de usarse a escala nacional tendrían fuerte impacto en la economía, independientemente de su gran contribución a la salud y al mejoramiento de los hábitos alimentarios de la nación. Es el caso del Sacha Inchi (kechua, Sol del Monte), una semilla que crece en el Putumayo y de donde extraen un aceite de alta calidad nutricional y excelente para la salud. Pudimos también apreciar y probar los ricos platos de diferentes regiones como son las longanizas de Sutamarchán y otras exquisiteces como el queso de cabeza, las arepas y los envueltos de Boyacá; varios platos de Nariño como el famoso helado de paila (otrora hecho con el hielo que bajaban de los nevados de Chiles y Cumbal), los quimbolitos (especie de envueltos), la empanadas de queso, el champús (bebida refrescante de maíz, lulo y piña endulzados; manjar blanco y carantanta del Cauca (pegado de maíz añejo que queda en las pailas), el vino de moras San José de Piedecuesta, Santander y muchos otros platos de las diferentes regiones. Pero también estuvieron presentes los barrios de Bogotá como Usaquén y varios municipios de Cundinamarca, que nos ofrecieron su interesante artesanía y culinaria.

Pero como si no fueran de importantes los artículos confeccionados y la producción artística, en general, fue igualmente reconfortante el encuentro con la gente de las regiones, los artesanos, los orfebres, los pintores, los músicos, los cantantes, los gestores sociales, los empresarios, etc., toda la nación entera, la crea día a día, y que está representada por mestizos, indígenas y afrodescendientes, sin descartar minorías nacionales como las comunidades rom (gitanos), otavaleños y otras de diversa procedencias. Estamos convencidos de que todo este conjunto de colectivos sociales sacarán adelante a Colombia, justamente con su trabajo creador, unido a su esfuerzo mancomunado y cuando entiendan que no tienen adversarios internos, diferentes a unos pocos que tercamente han querido tenerlos bajo su férula privándolos del derecho al trabajo, de libre desarrollo de su personalidad, al tiempo que se han aprovechado de todas riquezas nacionales y de las gabelas que les da el ejercicio no compartido del poder.

Tuvimos la gran oportunidad de conocer a la Primera Dama del Departamento del Vaupés, la doctora Amelia Barreto Sanabria, quien nos habló de su papel de gestora social, dedicada a mejorar la suerte de niños, jóvenes, mujeres, discapacitados y adultos mayores de su región, integrada -en su mayoría- indígenas que representan 21 etnias como son los cubeos, siriano, barasano, desano, tukano, wanano y otras más. Qué hermoso fue poder tratar -en la sección del Vaupés- a un gentil nativo de origen cubeo, quien directamente me propuso que mis preguntas podía contestar la doctora Barreto. Igualmente fue halagador haber podido conocer de cerca y hablar con la reconocida cantante del llano Martha Parales, quien me trató con toda consideración en uno de los intermedios de su actuación. Le conté que me había hecho llorar con su voz, su actuación y el hermoso acompañamiento del arpista , del guitarrista, el cuatrista y un maraquero (por cierto un niño de 10 años). Esta es la gente colombiana que construye patria todos los días y su trabajo silencioso sólo ese conoce en oportunidades extraordinarias como ésta que nos propició la Feria de Colonias.

A todos los participantes de ese exitoso evento les deseamos mucha suerte y que sigan persistiendo en su cometido, para que cada vez nos sorprendan con sus obras, con el fin de que este encuentro se fortalezca en tiempo y sea la garantía para que el país progrese por el camino de la creación artesanal, llena de sapiencia y comprometida con la verdad, la que se hace con las manos y aparece en los labios en forma da versos, de canciones y en el trato con palabras comedidas, afectuosas y llenas de optimismo. No tiene nada que ver con la realidad nacional -y sus perspectivas futuras de desarrollo armonioso- toda esa otra parte de programación destinada a exaltar valores religiosos de diferencias tendencias y financiaciones, que no hacen otra cosa que exacerbar el fanatismo y sumir al país en una discordia que puede terminar en un enfrentamiento, si sigue prosperando la prédica de odio por parte de ciertas confesiones.

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