SE NOS CAYÓ DEL PEDESTAL
Por: Eduardo Rosero Pantoja
El Supre (el Supremo o Su presidente), como dijera mi abuela “se nos cayó de la roca”.
Independientemente de las reformas favorables al pueblo, que él logre hacer durante su mandato,
el hecho de votar en las asambleas de la OEA y la ONU, en octubre de 2022, en contra de la
Federación Rusa, lo alínean, automáticamente, con el fascismo ucraniano, que es parte del
mundial. Las vejaciones al ser humano, como torturas, asesinatos a sangre fría,
descuartizamientos, degollamientos y el terror desatado contra rusos y hasta con los mismos
ucranianos (acusados de colaboradores), no se compadecen con el humanismo de los pueblos
civilizados. Es cierto que las acciones militares causan víctimas, en muertos y heridos, pero no hay
ninguna justificación para ser carniceros. Hay leyes de carácter punitivo, aprobadas por las
instituciones mundiales, que castigan dichos delitos y de eso no pueden estar exentos los países y
organizaciones que los practican.
Colombia tiene una larga tradición de simpatía y práctica del fascismo y del nazismo: baste
recordar la amistad entrañable de Mussolini con el presidente Abadía Méndez, o de las
actuaciones franquistas, fascistas y nazistas de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y su hijo
Álvaro, o de políticos como Gilberto Alzate Avendaño, propagandista y verdadero teórico de esas
ideas. Ellos representaban la línea opuesta de la dirigencia colombiana, representada por Alfonso
López Pumarejo, liberal progresista, que hizo hasta lo imposible por democratizar el país,
justamente para evitar que en Colombia hubiera una revuelta general, que llevara a una
revolución. La oposición, a López Pumarejo, por parte de los ultraconservadores, fue feroz, tanto
que no le dejaron terminar, en 1945, su periodo presidencial. Desde 1946, con Mariano Ospina
Pérez, se desató una terrible persecución en todo el país, contra cuanta idea liberal y de izquierda
hubiera, política que culminó con el asesinato de Gaitán, propiciado por los líderes más
reaccionarios de ambos partidos coaligados y de la mano negra de la embajada yanqui.
Por la procedencia conservadora del Supre, no nos cabe duda, de que a lo largo de su vida ha
sentido tirria por conocer en los libros, la historia de Rusia, contada por los mismos rusos. Lo más
seguro es que ha leído páginas de la bibliografía occidental que tiene la versión sesgada y
acomodaticia de la realidad de ese país o, dicho en otras palabras, maneja el cuento, pero no
indaga, en este punto, la verdad. Nos desilusiona saber que él tiene ese vacío intelectual.
Posiblemente ya sea tarde para remediarlo. La formación seria, no se improvisa, además el
ajetreo diario, no le da para involucrarse en asuntos académicos serios. Pero de contera, tiene un
ministro de exteriores, Jorge Leiva Durán, de la más consagrada estirpe conservadora, que no va
confraternizar con ideas liberales, ni menos socialistas, independientemente, de que la Federación
Rusa, no sea de estas tendencias, sino capitalista. Pero la verdad es que el país euroasiático, con
la organización política que tiene, actualmente, se enfrenta solo a todo Occidente, a la Unión
Europea, a la OTAN y a Estados Unidos, desde el punto de vista económico y militar. Justamente
esa es la ayuda que todos ellos le dan a Ucrania, encendiendo más la llama de la guerra,
garantizando con ella el desgaste de los rusos, sin importarles la destrucción y las pérdidas
humanas de la misma Ucrania.
Todo obedece al plan de la Rand Corporation, dado a conocer al mundo en 2018 y que
comprende, en entre otras recomendaciones, las acciones deliberadas centradas en Ucrania, para
que la Federación Rusa, entre en guerra y se debilite. Estas directrices, llevaría a propiciar la
destrucción de su más importante contendor comercial, la China. Se trata de conservar, a como
de lugar, la hegemonía mundial de los Estados Unidos, a través de la guerra y todo tipo de
prácticas sucias que lleven a conservar la supremacía de éstos y del mismo Occidente. Es por eso
el lenguaje arrogante que siempre muestran los países del hegemón capitalista y no se inmutan en
decir que están dispuestos a utilizar el arma nuclear, cuando lo consideren necesario. Es el mismo
chantaje que practican, a partir de que con las explosiones contra Hiroshima y Nagasaki, quisieron
amedrentar a la Unión Soviética, lanzándoselas en las barbas. Los tiempos han cambiado, pero la
amenaza de destrucción de la civilización humana, pende de un hilo, porque un carcamal demente
y rabioso, tiene en su mano el botón nuclear que puede aplastar, caprichosamente, en cualquier
momento. Puede más la rabia que la sensatez y, el ansia de dominio, está por encima de cualquier
reflexión existencial. Pero que se puede esperar de dirigentes que no han sido formados en el
humanismo, sino en la idea del lucro y siempre lejos de cualquier reflexión ética o moral.
Pero seguir deteriorando las relaciones de Colombia con la Federación Rusa, sólo trae perjuicios
para nuestra nación que disfruta de becas, concedidas desde 1960. Más de mil colombianos han
hecho estudios universitarios en Rusia y, debido a los buenos oficios de nuestros funcionarios, no
necesitamos visas, desde 2010, para ingresar en ese país. El comercio pasa de 140 millones de
dólares, al año, en productos que Colombia, le vende a Rusia, principalmente, carne bobina, café,
cacao, bananos, pulpas de fruta y mantequilla. Igualmente Colombia le compra a Rusia
helicópteros de transporte, maquinaria, equipos, trigo y fertilizantes, por la suma de 141 millones.
Los partidarios de romper relaciones con la Federación Rusa, no son pocos, pero no lo han hecho,
porque de todas maneras, privan consideraciones económicas y oyen los consejos de especialistas,
quienes consideran “costosa” esa ruptura, aunque a la alta dirigencia económica, ganas no le falta.
Los diferentes convenios de Colombia con el país euroasiático apuntan a desarrollar la ciencia, la
tecnología y la cultura, a mediano y largo plazo, incluida la exploración del espacio interestelar,
por medio del conocimiento de la cosmonáutica rusa que es de vanguardia. Pero más puede la
ceguera ideológica y la incapacidad para estar a la altura intelectual de los que más saben en este
mundo, que no comienza ni termina en Wáshington o Berlín.
En conclusión, vuestro Supre, no llena los requisitos para que nosotros continuemos a la zaga.
Tampoco estaremos vigilantes. No vale la pena gastar pólvora en gallinazo, como dice los
cazadores o cinegetas. Esto, sin prejuicio de los cambios positivos que su gobierno pueda hacer
por toda la nación y, especialmente, por los indigentes, los pobres de solemnidad, los vaciados, los
quebrados, los inválidos, por los menos pobres y hasta por los pudientes. Los cambios sociales que
requiere Colombia tienen que favorecer a todos, pero no se puede lograr la armonía total, si el
gobernante no se sintoniza con los lineamientos morales más universales, relacionados con el
amor, la solidaridad y la compasión, es decir, todo lo que no son ni el fascismo y ni el nazismo
mundiales, practicados otrora no sólo en Italia y Alemania, sino en Chile, Argentina, Uruguay,
Brasil y en la misma Colombia, a veces como política oficial o delegada a grupos paramilitares,
generosamente, financiados por los gerifaltes del capital. De sus atrocidades y terrorismo contra el
humilde pueblo colombiano se han escrito decenas de libros y con el tiempo serán centenas.
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