NOAM CHOMSKY (Un sueño)

 

Por: Eduardo Rosero Pantoja

Anoche soñé que estaba hablando, en  forma presencial, con Noam Chomsky. Se apareció en medio de dos de mis estudiantes de lingüística, de la Universidad del Cauca. Él  lucía más joven de sus años,  tal vez de 50,  de los 93 que ahora tiene.   Hacia finales de los años setenta, el Maestro de Filadelfia, se encontraba en la cúspide de su fama como lingüista y todos lo estudiábamos con detenimiento y adaptábamos sus teorías generales a las necesidades del castellano. Varios acertados ensayos, basados en gramática generativo-transformacional, se produjeron en nuestra universidad y  en otras instituciones  análogas.

En el sueño de marras, Chomsky tenía la faz muy blanca, más de lo que normalmente la tiene,  y el pelo rojizo.  No desapareció de sus labios, en ningún momento, su amable sonrisa. No hubo ninguna mención de la lingüística, porque él puso, de entrada, el tema de Colombia, de su sufrida nación. Estaba muy fresca la represión policial a ciudades como Cali, Bogotá, Popayán, Pasto, Cartago  y Pereira. Como avezado politólogo que es, Chomsky estaba al curso de todo lo acontecido, en esos terribles meses de dolor para la valiente población juvenil colombiana y sus familias. Su análisis, siempre acertado, en el contexto de lo que ocurre en el mundo, donde las luchas de nuestro país, no son indiferentes a la sociedad mundial.

Aproveché la premura de nuestro encuentro para recordarle al Maestro, que tenemos muy presente el bosque, ubicado en un sitio rural de La Vega, Cauca, plantado en honor de su esposa Carolyn. En ese justo momento, Chomsky bajo la cabeza y se apartó de nosotros, por un buen rato, con su pañuelo en la mano. Cuando regresó, nos dijo que ese recuerdo amable, de los indígenas lugareños y  de los colombianos, por extensión, lo llevará por siempre. Añadió que todos los días piensa en Colombia, país del que no deja de aprender, a fuerza de informarse cada vez más, para reflexionar sobre su compleja situación. Su  diagnóstico es positivo y opina que nuestro futuro es promisorio, a punta de la lucha social.

Dicho todo esto, me atreví a pedirle el favor de que me dejara sus señas postales, para poder escribirle una carta sobre los últimos acontecimientos nacionales, en particular, sobre aquellos que no registran los medios.  Para este fin, le entregué mi cuaderno de décimas, unas 365, que voy pasando a mi archivo del computador. Le mostré el sitio donde él podía escribir su dirección  o correo electrónico, justamente, en la parte posterior de la contraportada.  Chomsky no tardó en hacer el apunte, pero al último, en un acto de distracción, no me entregó mi cuaderno. Cuando él ya estaba a punto de despedirse, caí en cuenta de que mi cuaderno no aparecía por ningún lado. Entonces le dije, con todo comedimiento,  que  él no me hacía devuelto mi cuaderno. Buscó entre sus efectos personales y mi cuaderno apareció en su carpeta. Sin pronunciar palabra, Chomsky se dirigió a la tienda de al lado y allí consiguió una bolsita semitransparente, donde puso mi cuaderno. Me la entregó y  el Maestro desapareció entre la bruma, sin pronunciar palabra.


COLETILLA:

Es ineludible recordar, uno de los mayores aciertos de Chomsky, que revela su perspicacia política, cuando en una entrevista de actualidad,  manifiesta que la crisis de relaciones de Occidente con la Federación Rusa, se debe a que la OTAN y los Estados Unidos, a la cabeza, nunca respetaron su promesa verbal de no acercar sus misiles a Rusia. Esto ocurrió en vísperas de la disolución de la Unión Soviética, el 25 de diciembre de 1991. Todo lo contrario, al perder su razón de ser,  no se disolvió la OTAN. Desde ese momento, los ejércitos de dicho pacto, con sus poderosas armas ofensivas, siempre se ha ido acercando a la fronteras de Rusia, por los lados de Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia,  Eslovenia, Bosnia y Herzegovina,  Rumania, Estonia, Letonia, Lituania y, como si fuera, poco, con  la amenaza de que Ucrania caiga en los brazos de la OTAN. No es de poca monta el hecho de que el profesor Chomsky, nos prevenga de que una provocación mayor, de parte de Occidente a Rusia, nos puede poner a los humanos, al borde de la guerra nuclear, como ya ocurrió en ese aciago octubre de 1962, a propósito de la Crisis del Caribe, donde se veía sobrevenir el enfrentamiento entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

En estos momentos me dispongo a buscar,  el más reciente texto,  que Chomsky ha escrito sobre las deficiencias de la educación. Debe de ser otro documento liminar, cuyo estudio no nos debemos perder, quienes pensamos que su enseñanza político-social tiene plena validez y confirma la vigencia del pensamiento del indiscutible intelectual  estadounidense, más destacado de los últimos 50 años.

De colofón digo: ¡Viva el camino meritorio de este valioso académico, que es patrimonio de la humanidad pensante y actuante!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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