PÉGALE A LA FLOR MORADA
Al irrepetible paisaje del suroccidente del Huila y el nororiente del Cauca
Por: Eduardo Rosero Pantoja
En medio de tanto verdor,
pégale a la flor morada,
¡fotografíala o píntala!
es como un astro
que resplandece solo,
y luego encontrarás
la flor roja, como el planeta Mercurio,
asombrosa flor de grana
de rojo fuego o rojo infierno.
Abajo el río rumoroso,
río de La Plata,
de agua y argento,
serpiente cristalina,
que baja frío del Cauca,
de páramos milenarios,
donde las xerófitas son las princesas,
y, el frailejón, el rey verdealbo caliente.
No podía falta el café
de pepas verdes y rojas,
el quillotocto de flores amarillas,
como el oro que perdieron los indios,
y el carbonero, rojo oscuro,
tapete persa, color sangre,
extendido entre este mar verde
en que navego metido en un bus de línea.
Por: Eduardo Rosero Pantoja
En medio de tanto verdor,
pégale a la flor morada,
¡fotografíala o píntala!
es como un astro
que resplandece solo,
y luego encontrarás
la flor roja, como el planeta Mercurio,
asombrosa flor de grana
de rojo fuego o rojo infierno.
Abajo el río rumoroso,
río de La Plata,
de agua y argento,
serpiente cristalina,
que baja frío del Cauca,
de páramos milenarios,
donde las xerófitas son las princesas,
y, el frailejón, el rey verdealbo caliente.
No podía falta el café
de pepas verdes y rojas,
el quillotocto de flores amarillas,
como el oro que perdieron los indios,
y el carbonero, rojo oscuro,
tapete persa, color sangre,
extendido entre este mar verde
en que navego metido en un bus de línea.
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