BIELORRUSIA (BIELORUS)



Por: Eduardo Rosero Pantoja


Cuando en agosto de 1966, volé de Varsovia a Moscú, tuve la suerte de que el piloto del avión, en

forma intencional, sobrevolara a baja altura, la parte central de Bielorrusia, comentándonos desde

su cabina que, en los bosques de Bielorrusia, los hitlerianos, fueron abatidos por los guerrilleros

bielorrusos, con muestras del mayor heroísmo. No podía ser de otra manera, porque Bielorrusia

fue el primer escenario de la invasión hitleriana, que empezó, por el aplastamiento, cruento y

cobarde, de una pequeña guarnición situada en la Fortaleza de Brest, en el extremo occidental de

Bielorrusia. No estaría por demás, mirar la película “La Fortaleza de Brest”, del director, Alexander

Kott, coproducción de la Federación Rusa y Bielarus, para dejar constancia histórica del heroísmo

de los soldados que defendieron ese fuerte, el 22 de junio de 1941. Así empezó la “Operación

Barbarroja”, ideada por la Alemania nazi, para la invasión y sometimiento de la Unión Soviética.

En el segundo milenio, Bielorrusia tuvo influencia de los vikingos y a comienzos de la Edad

Moderna, dependió del Ducado de Lituania. Hacia 1939, pasó a integrar la Unión de Repúblicas

Socialistas Soviéticas, hasta la disolución de éstas en 1991. Desde 1941 a 1944, Bielorrusia estuvo

ocupada por los nazis, quienes destruyeron 209 de las 290 ciudades, 85 por ciento de la industria y

más de un millón de edificios. La enorme cuota de víctimas, que puso esa nación (cuatro millones

de muertos) y de pérdidas materiales, hicieron que Bielorrusia, entrara en las Naciones Unidas, a

ocupar una curul, al lado de Ucrania (otra curul) y la URSS (una tercera curul). El arrojo del pueblo

bielorruso, cero colaboracionismo con los invasores, su patriotismo, unido al de sus guerrilleros,

aseguraron el triunfo de la Unión Soviética, sobre las tropas hitlerianas y el fascismo italiano.

La amistad de los rusos con los bielorrusos, data de lejanos tiempos y es, prácticamente una

hermandad. Los unen idiomas eslavos, sumamente cercanos como son, el ruso y el bielorruso y

también una confesión religiosa mayoritaria, el cristianismo ortodoxo. Después de la disolución de

la Unión Soviética, los bielorrusos y los rusos, entran en la Comunidad de Estados Independientes,

con alianzas de tipo político, económico, militar, comercial y cultural. Hace pocos días, los

gobiernos de los dos Estados, pusieron en la práctica los acuerdos, para que la Federación Rusa,

pudiera desplegar su armamento defensivo a través del territorio bielorruso, hasta los límites con

Polonia. Ahora más que nunca, se siente en la consciencia de las dos naciones, que esa

hermandad, tiene razón de ser, la misma que los va a acompañar a lo largo de los siglos por venir.

Bielorrusia, es un país sumamente desarrollado, con gran producción industrial, representada en

automóviles, autobuses, troles, camiones y tecnología militar, que incluye, lanzacohetes de

crucero e intercontinentales. También tiene una avanzada industria textil y de transformación de

la madera. No menos importante, es el gran desarrollo agrícola, con gran producción de papas,

carne, cueros, insumos y maquinaria para el campo. La mayor parte del comercio lo realiza con la

Federación Rusa y un tercio con la Unión Europea. Tiene un elevado nivel de educación y el

sistema de sanidad pública es de los más representativos de Europa. El PIB, es de los más altos del


mundo y el ingreso per cápita es de nueve mil dólares. Bielorrusia es considerada por las

Naciones Unidas, como uno de los países más igualitarios del mundo.

Las principales ciudades de Bielorrusia son: Minsk la capital, con dos millones de habitantes y le

siguen por orden alfabético, Babriusk, Baránavichi, Brest, Gómel, Grodno, Maguiliov, Orsha y

Vítebsk, todas, capital de sus respectivas provincias. Un grupo artístico de la Universidad de La

Amistad de Los Pueblos, al que yo pertenecía (integrado por chilenos, colombianos, sudafricanos y

rusos), en 1980, tuvo la oportunidad de visitar la mayor parte de esas ciudades, llevando el

mensaje de amistad, al pueblo bielorruso, víctima de la agresión nazi-fascista, al cual le tocó,

además, de soportar la guerra, realizar ingentes esfuerzos para reconstruir el país y volver al nivel

de progreso alcanzado antes de la guerra y superarlo con creces. En ese verano de 1980, los cielos

de Rusia y Bielorrusia estaban sumamente despejados, razón por la cual el piloto del avión

cuatrimotor de Aeroflot, con nuestro consentimiento, decidió planear durante la mayor parte del

vuelo, relatándonos detalles de la confrontación que se dio a lo largo del territorio de Bielorrusia.

No puedo olvidar, los enormes bosques y lagunas que se veían desde el aire, los mismos que

después recreábamos en nuestras mentes, escuchando las inmortales piezas del grupo vocal-

instrumental “Piesniarí”, de origen bielorruso.

Cómo quisiera volver a Bielorrusia, así sea por unos pocos días, para ver cómo vive su gente, bajo

el gobierno socialista, que para fortuna de ese pueblo, nunca se extinguió, aunque,

evidentemente, hizo sus ajustes para seguir adelante. Está dirigido por el presidente Alexandr

Lukachenko, licenciado en historia, quien se preocupa por la seguridad y el bienestar de sus

connacionales, desde el comienzo de su mandato iniciado en 1994. Es grande el asedio que, en

diverso tiempo, ha tenido este gobernante, quien nunca ha dado el brazo a torcer y siempre ha

desenmascarado las intentonas de la reacción internacional e interna de derrocarlo y poner el

país a funcionar a la manera occidental, marcada por de falta de oportunidades para la gente,

atraso, material y cultural, sumado a la dependencia de las sórdidas oligarquías extranjeras.

Bielorrusia es un Estado libre e independiente, que hace oír su voz en los estrados internacionales

y mantiene relaciones de amistad con la mayor parte de países del mundo, incluida Colombia.

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