RAZONES POR LAS QUE PETRO NO VA POR EL SOCIALISMO

Por: Eduardo Rosero Pantoja

Hay que analizar las palabras de este importante candidato a la presidencia de Colombia, pronunciadas en diferentes discursos y entrevistas, lo mismo que en la cátedra, para dar una opinión de cómo piensa y de cómo puede ser su derrotero, de llegar a acceder a la primera magistratura. Como gran conocedor que es él, de la economía política, debido a su formación profesional y a su vocación de hombre estudioso, no se le puede ocurrir llegar producir un salto del feudalismo, al socialismo, sin pasar por el capitalismo. Sobre este punto, él ha insistido en más de una ocasión: el latifundismo, las relaciones atrasadas en la posesión y el uso de la tierra, verdadero vasallaje en el campo (sobretodo en algunos departamentos), formas elementales de economía, de llegar hasta utilizar el trueque, en lugar de utilizar la moneda, el fuerte poder del clero, poseedor de muchas tierras urbanas, colegios y universidades, predios rurales. Como si fuera poco, invadida de peajes, que son el símbolo más diciente de las costumbres feudales, donde hay que pagar con dinero o en especie, el paso de un feudo a otro. 

Ni qué decir de la organización clasista de la sociedad donde, prácticamente, existe una nobleza, un clero y militares privilegiados, y una clase media y baja, dedicadas a la producción. Pero hay que resaltar que la guerra, ha sido el arma más poderosa de la que le han echado mano los privilegiados, formada por entes privados, estatales y paraestatales, destinada a desplazar, a todo humano que se les ocurra, para hacerse con sus tierras, con sus animales y con las riquezas del subsuelo. No pocas veces, esas guerras han tenido impronta religiosa, donde la Iglesia Católica se lleva las palmas, por su fanatismo y exclusividad. Queda entonces, claro, con estos pocos ejemplos, que Colombia pertenece, más al feudalismo que al capitalismo. Otro asunto es que esté en la órbita capitalista, sea un apéndice de los países adelantados, una fuente de materias primas, que no haya desarrollado ni la ciencia ni la tecnología y sea monitoreada por la potencia del Norte y sea dependiente como lo fue otrora de España, Francia e Inglaterra.

El otro motivo por el cual Petro no irá por el socialismo, es que él sabe por formación y por olfato, que declararse socialista, es tener el bloqueo de los Estados Unidos y de todo Occidente, a la vuelta de un mes de empezar su mandato. Está a la vista la experiencia de Rusia, hacia 1917, de China, en 1949, de Cuba en 1959, de la Venezuela revolucionaria, hacia comienzos del siglo XX. Petro conoce suficientemente a sus compatriotas, se ha untado de nación y sabe que nosotros no somos capaces de resistir la no presencia de la crema Colgate, de las cuchillas Gillette, de los pañitos Johnson & John son y de Coca-Cola en las tiendas, amén de una serie de fármacos producidos por laboratorios Pfizer, Abbott y otros. Pero lo que más golpearía nuestra economía sería las sanciones a la importación de bienes de capital, equipos de transporte y repuestos para el mismo. Sería el fin del mundo, para nuestra sociedad, que sobre nuestras calles y carreteras dejaran de verse camionetas Ford y Chevrolet y camiones de las mismas marcas, para poner un ejemplo. Bueno es recordar lo que le pasó al presidente Allende, en su gobierno de la Unidad Popular: sus tímidas reformas llevaron a que el gobierno gringos dejara de suministrarle repuestos a los camiones, para que los transportadores chilenos anunciaran una huelga general que sostuvieron, hasta sus últimas consecuencia. El socialismo se hizo imposible de implementar, inclusive en ese país industrial-agrario, por definición, más desarrollado que Colombia y a cuyo estadio debemos tratar de avanzar, independientemente del gobierno que tengamos.

Nuestra psicología de nación consentida, por la relativa comodidad que nos ha dado el mercado, aunque no todos los ciudadanos puedan mercar, porque no poseen dinero, debido a que no tienen trabajo o porque su salario precario, no les permite gastar, muchas veces ni en lo elemental como es la leche, los huevos, la carne, las frutas y las verduras. No estamos preparados para bloqueos de los Estados Unidos ni de sus países filiales, de la misma América, de Europa y de Asia, tampoco estamos dispuestos a incomodarnos ni menos tenemos para inventarnos mecanismos y artefactos, que suplan a los que se importan todos los meses y de distribuyen por todo el país. Pero ningún presidente en ejercicio, quisiera echarse encima la dictadura de la “burguesía compradora y vendedora”, que ha impuesto su política a lo largo de un siglo. Se trata de una casta despótica, que nos hace consumir lo que ella quiere y exporta, sin cortapisas, lo que le plazca, así nos quedemos, sin frutas, sin café y sin panela, como ha ocurrido, varias veces, a lo largo de nuestra historia.

Esa es la realidad. Insisto, no estamos preparados para recibir el socialismo, posiblemente en lo que queda de este siglo. Entonces no nos queda otra salida que procurar que el país marche y se desarrolle por la senda el capitalismo, de ser posible, de una manera “sana”, cuidando la autonomía a que tienen derecho las naciones, en cuanto a sus decisiones económicas y políticas, asunto que dadas las circunstancias de nuestra multidependencia, de parte de los Estados Unidos y Europa, resulta como una utopía. Ni la clase alta, ni la media, ni la baja, están dispuestas a incomodarse ni un poquito, en aras de sacar el país adelante. Eso lo constatamos hablando con el taxista, con el tendero, con los vendedores de la plaza, con el sacerdote de la parroquia, con el policía y con el estudiante informado, ese que disfruta de relativas comodidades, así pertenezca a los estratos bajos. A todos ellos, los horroriza pensar que tengan que pasar por las restricciones que pasaron los rusos y por las que sufren los cubanos y venezolanos, para sólo dar unos ejemplos. 

Entonces, hay que creerle a Petro, cuando dice que su opción no es el socialismo, sino el capitalismo, para salir del feudalismo. Otra cosa es él quiera hacer unas pocas reformas que pongan en cintura a banqueros abusivos (uno solo de ellos, es el mismo que maneja pensiones y cesantías, recauda peajes, realiza las principales obras de infraestructura y construcción del país y tiene los grandes contratos del Estado), a comerciantes inescrupulosos y una larga fila de personas que disfrutan de exenciones e increíbles privilegios, que existen, realmente, desde que se conformó nuestra república, a partir el triunfo militar de nuestros admirables y desarrapados guerrilleros, a la cabeza de Simón Bolívar, el siete de agosto de 1819, en la gloriosa batalla de Boyacá, que selló nuestra independencia formal.

Un repaso por la historia escrita y por la oral, referida a la política, la economía y la administración del Estado y la empresa privada, qué bien le sentaría a todo colombiano, que quiera entender qué le ha pasado a su país (el territorio), a su nación (la gente) y al Estado, en estos dos siglos largos, administrado por una casta, más despiadada, que ignorante, que el instrumento servil, de los propietarios de la tierra y de los explotadores, sin freno, de los bosques, el agua y la minería. Ni qué decir de la explotación del trabajo urbano en las fábricas y en las plantas agroindustriales, de los últimos tiempos. Sobretodo donde a los obreros no hay quien los defienda, por falta de sindicatos, los mismos que, prácticamente, no existen, por el exterminio a que han sido sometidos sus dirigentes, la par que los maestros y los periodistas, que denuncian los desmanes del bicentenario régimen sociopolítico imperante.  

No nos podemos quedar con el concepto torpe y avieso, de cualquier taxista, a quien la derecha le ha insuflado, a través de los medios, que en un posible mandato de Petro, le van a expropiar su taxi y al tendero su negocio. Un gobernante inteligente, como lo es Petro, con varios dedos de frente, sabe que la economía colombiana es compleja: tiene propiedad estatal, privada, cooperativa y solidaria, entre otras, y no se va a poner experimentos absurdos y menos ponerse a torear los intereses de comerciantes, transportadores y multitud de empresarios que generan riquezas y que son víctimas de muchas exacciones, principiando por la de los ávidos y parásitos banqueros. Sería bueno que la gente de buena voluntad, principiando por muchos profesionales, se pongan a estudiar, los postulados del candidato de la izquierda, para que dejen de mirarlo con recelo e incluso, con inquina. La oportunidad que tiene Colombia de llegar al capitalismo está dada y así se cumplirían los sueños de varios dirigentes liberales, que dejaron este mundo, sin haber visto realizada su “revolución capitalista”, como fue el caso del insigne ex-presidente, Alfonso López Pumarejo, quien con sus reformas hizo avanzar el país, en varias décadas, hacia la anhelada justicia social.


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