¿QUÉ NOS ESTAMOS PERDIENDO?

Por: Eduardo Rosero Pantoja

“Contra los parásitos ¡vermífugo!”
(mi abuela Teodelinda)

Cuando en mi juventud tuve la oportunidad de conocer Costa Rica, me quedé perplejo, desde su aeropuerto, por la cantidad de realizaciones y hechos de cultura, que estaban a la vista y a disposición de propios y de visitantes: libros y discos baratos, parques recreativos, bibliotecas, conservatorios, academias de arte, teatros, ballet y un largo etcétera de bienes sociales.

La pregunta no se hizo esperar: ¿de dónde sacaban los recursos, para tantos emprendimientos?  La respuesta era obvia, después de un primer conocimiento ilustrado, de la realidad de este país.  Simplemente, porque los costarricenses, no tenían, ni tienen fuerzas armadas y tan sólo disponen de una policía eficiente.

Las fuerzas armadas son parasitarias en todos los países, no producen nada y no hacen, por lo general, ni una sola carretera, pudiendo construirla con sus ingenieros militares.  En la mayor parte de países, las armas las suministran los Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Israel, como ocurre en Colombia.  En el último caso, de la peor calidad, como me lo manifestó en Cartagena, el general Bonet Locarno, “…sólo por mantener magníficas relaciones personales con los proveedores”.  

La Unión Soviética de esos años, ya se desgastaba económicamente, tras de la idea de que los Estados Unidos, la iban a invadir en cualquier momento y por eso producían decenas de cohetes intercontinentales cada día, amén de otras armas potentes, dando por descontado, el mantenimiento de enormes ejércitos.  

Finlandia, aunque tiene ejército, no está presente en sus fronteras, porque comprendió desde los años 50, que los soviéticos la cuidarían a lo largo de ellas.  Sí que vale la pena creer en los vecinos y tener buena fe, como principio de vida.  Todo lo contrario de lo que sucede en Colombia, respecto de su vecino nororiental.  Es increíble, que su línea principal de política exterior, sea el derrocamiento del gobierno de Caracas.

El presupuesto militar de Colombia y de otros países de América Latina, se incrementa de año en año, siempre presionados por potencias extranjeras, interesadas en vender armas y en mantener un sistema político parasitario y obsoleto, que hace cada vez más difícil la vida y nos priva del bienestar, del cual sólo disfruta una minoría, a expensas de la mayoría. 

Lo del vermífugo, es una metáfora, claro está.  Pero sí habría que pensar, en un vermífugo fuerte, de concepción propia, para que no tengamos que pagar, por su patente, a alguna potencia extranjera.  

Una somera lista de los parásitos, fuera de los ya nombrados, son los bancos, la élite compradora-vendedora, la alta jerarquía religiosa, los congresistas y magistrados.  Son muchos los privilegios de que disfrutan varios estamentos y personas particulares, de rancios apellidos, que de generación en generación esquilman el presupuesto nacional.  Pero se lleva las palmas, la corrupción administrativa, que deja para el 2020, 50 billones de pérdidas y ubica a Colombia como el país más corrupto del mundo.

¿Qué nos estamos perdiendo? No, propiamente, producto interno bruto, sino, calidad de vida, como la que tienen varios países, principalmente los nórdicos, donde el disfrute material viene aparejado del cultural. 

Por seguir viviendo como vivimos, nos estamos perdiendo todo: la libertad de pensamiento, la independencia política, el bienestar comunitario, el ejercicio de la dignidad y la paz con justicia social, para el presente y el futuro de la Nación.   

Colombia podría ser, sin mucho esfuerzo, dada su potencial riqueza, Patria y Matria, a la vez, que no mate ni expulse a nadie y, por el contrario, nos acoja a todos y sea el baluarte, de ésta y de las generaciones por venir.  

Comentarios

Entradas populares