MAESTRO RAMIRO (Romanza)


Por: Eduardo Rosero Pantoja

Entre grasa y tornillos,
conocí al buen Ramiro,
ayudante de mecánica,
un guambiano muy humilde.

Se bañaba al fin del día
y tocaba la guitarra,
con profundo sentimiento,
recordaba su pasado.

De sus años en Guambía,
de su huida, siendo joven,
para inhóspita ciudad,
rebuscándose un futuro.

No olvidó nunca su lengua,
la escondió en los más profundo,
para evitar que ella suene,
en Popayán, su nuevo mundo.

Pasados algunos años,
se apareció por su tierra,
donde fue ya rechazado,
por sus hermanos de etnia.

Por haber dejado el suelo,
el verdor de sus montañas,
el rumor del arroyuelo,
el frescor de sus mañanas.

Sin pensar, se fue a Morales
y allí se enamoró,
de una chica muy hermosa,
que, sin más, lo traicionó.

Él, tomó venganza cruda,
contra ella y su amante
y en una noche de lluvia
a los dos asesinó.

El mecánico Ramiro,
removió la almarada,
una vez y otra vez,
en el corazón de su amada.

Pagó cárcel, largos años,
en la fría Bogotá
y en las noches recordaba,
a su clan, Tunubalá.

Él cantaba cosas duras,
de la vida en sus endechas
y en sus versos se venían,
en cascadas, ríos de penas.
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